martes, 30 de mayo de 2006

PRISAS

La impotencia me apuñala. Cómo hacer para poner a andar un mundo que no quiere, cómo hacer ver lo obvio al que no puede, si sólo tuviera la astucia del verdugo… ¿me convertiría en verdugo?

Escribo mientras espero que alguien vuelva al Messenger y quiera consolarme, mientras espero que los profesores terminen clase o vuelvan del compensatorio de elecciones para que me atiendan, mientras el jefe de núcleo llega parsimonioso a su oficina, mientras pasan los días y por fin alguien me puede regalar 20 minutos de su tiempo.

Vivo mientras cada 5 segundos un niño se muere de hambre, espero a que mis compatriotas acaso quieran darse cuenta del precio alto que pagaremos todos por querer tapar el sol con un dedo, fingir que no pasa nada, y sólo unos pocos, a los que nos llaman pragmáticos, vemos lo patético de una situación que se agrava cuando en realidad es tan fácil de solucionar como darle de comer al hambriento y salud al enfermo, con más justicia y menos caridad.

Escucho a alguien ofender a sus semejantes sin siquiera darse cuenta, mientras vende una biblioteca como si fuera un regalo que alguien misericordioso viene a ofrecer, cuando en realidad es el intento de reestablecer un derecho tantas veces ignorado, y callar, porque hay que ser diplomático, cuando ser diplomático empieza a parecer falto de la más mínima moral, desleal, medusas con cabeza de víbora, nadie sabe entonces qué es verdad y qué es mentira.

Un ángel espera durante un tiempo que es eterno a que otro desconocido lo encuentre, que se de cuenta de que detrás de las alas de gallinazo se esconde un hada, un valiente que se atreva besar el sapo que por un maleficio atrapa a un príncipe.

Esperar, y seguir esperando, esperar otros cuatro años, esperar toda una vida porque sólo al final sabremos si valió la pena. “Morir todavía y no después, buscando sin remedio”.

martes, 23 de mayo de 2006

Como en los años cincuenta

Se acercan las elecciones y el clima se espesa. El domingo por ejemplo en un almuerzo con algunos miembros de mi familia, salió el tema, yo que conozco las inclinaciones políticas de mi estirpe decidí quedarme callada, hasta que no se aguantaron y el esposo de mi prima, muy querido él, pero que evidentemente no me conoce sino en las faenas familiares, me preguntó que por quién iba a votar, yo le contesté tranquilamente que por Carlos Gaviria, entonces me miró con incredulidad y al ver que mi respuesta había sido sincera, dictó sentencia: Entonces ésta es guerrillera.

Yo pensé que cuando me sucediera algo así, se me iba a salir como mínimo el apellido, el que no comparto con esa parte de la familia, y me iba a echar un discurso de aquellos, por eso me sorprendí cuando al examinarme, me di cuenta de que no sentía ni siquiera enojo ante semejante acusación, que por cierto está bastante alejada de la realidad. Alcancé a pensar entonces que estaba asumiendo la posición soberbia del que cree que de verdad tiene la razón y el otro no le merece más que compasión. A todas estas, el esposo de mi prima se estaba echando los mejores chistes sobre mi posición política, recuerdo sólo frases sueltas por ahí, como que su deber era hacerme cambiar de opinión, que entregarle el país a Chávez, que guerrilleros, que Uribe trabaja, entre otras. Yo seguía ahí impasible, partiendo las zanahorias, pensando que yo no esperaba otra cosa de quien me hablaba, que todo lo que decía reflejaba su pensamiento, su modo de ver la vida, que lo raro sería lo contrario, y entonces me di cuenta que tampoco era compasión por el ignorante lo que sentía, (aunque a veces y después si se me ocurre un poco) lo que pasaba era que lo entendía, y como una cosa que viene después de la otra, y en vista de que mi interlocutor ya esperaba una respuesta, le contesté que si él creía que Uribe era nuestra mejor opción, pues que votara por él, estaba en todo su derecho, que yo iba a votar por Gaviria porque él me representaba mejor, porque esa era la diferencia entre Uribe y Gaviria que era la misma que entre él y yo, yo comprendía nuestra diferencia, la toleraba, pero sobretodo lo respetaba igual que si me hubiera dicho que también votaba por Gaviria.

El hombre, que ya me estaba empezando a decir Reyes, por Raul Reyes, se quedó callado, y un poco pensativo, al rato volvió a funcionar con el apodo, pero cada vez que lo hacía era como por terquedad, por allá entre una risa y otra, se puso muy serio y me preguntó que si yo me enojaba, y me echó un discurso de que él era suficientemente maduro para aceptar que cada uno votara por quien quisiera, yo le dije que no me molestaba, que ciertamente no me gustaba que me dejara de llamar por mi nombre, pero que para pelear por esas cosas ya teníamos a Uribe.

Cuando llegué a mi casa estaba muy contenta, como casi siempre después de un día en familia, con la tranquilidad que da la comprensión, la capacidad de hacerse responsable de la situación en que uno es el que tiene más claridad, eso me lo enseñó Betty, mi amiga de Bogotá, a la que antes le decía mamá, y con quien hace poco nos venimos graduando de madre e hija adoptivas y pasamos a ser sobretodo amigas entrañables, ella tal vez no se acuerde, pero dentro de todo lo que aprendí de ella cuando apenas tenía 18 años, lo más grandioso es eso, si uno es quien está seguro de “saber” tiene la obligación de mantener la cosas bajo control, así le toque ceder, porque nadie puede darse el lujo de equivocarse teniendo toda la razón.

miércoles, 17 de mayo de 2006

La musa es una mariposa amarilla que se llama Gaia, yo no sabía que así se llamaba la diosa griega de la tierra cuando la conocí, en ésta semana como en muchas otras, la densidad la espanta, toca serenarse y esperar a que vuelva a posarse en mi hombro a susurrar sus cosas, por eso esta semana no hay nada para decir, sólo algo que no es nuevo y que es mucho más que una opinión.

La última escena


Sentadas en cuclillas una junto a la otra, en medio de la oscuridad casi total un par de figuras se miran por primera vez. Iluminadas por la única luz proveniente del espacio vacío que separa sus cuerpos, y antes de desvanecerse completamente como todo lo demás, ella le dice a él en un susurro que no desea despertar al mundo nuevamente: Vino la nada y se lo llevó todo, tan silenciosamente que nadie se percató, sólo quedan los residuos de tu recuerdo que se hallaban en la esquina donde se encuentran la eternidad y el infinito.

martes, 9 de mayo de 2006

PARA DAR

El horóscopo de esta semana me decía que no era conveniente para los cáncer optar por las actitudes críticas, que más bien era una semana para la responsabilidad, pero sobretodo para la esperanza. En el mismo horóscopo a una amiga le decían que ésta era una semana que favorecía los viajes de trabajo, y como es verdad que mi amiga está a punto de irse a México a empezar su tesis de maestría, pues entonces prefiero hacerle caso al horóscopo, no tentar al destino y mejor dejarme tentar de él con aquello de la esperanza.

Así que estuve pensando y decidí que esta vez en lugar de confrontar a mis amigos (que no es otra cosa más que confrontarme a mí misma) voy a regalarles algo, algo que sea verdaderamente mío aunque no les sirva para nada. La mayoría de cosas en las que he pensado no son tangibles, pero ese no es el problema en realidad, el problema es que no son transferibles, por lo que mi regalo se limita entonces a compartir mi deseo imposible.

Si pudiera entonces, les reglaría por ejemplo, eso que hay entre mi papá y yo, les regalaría su amor completamente desinteresado y junto con él la lección del amor verdadero que no pide nada, ni siquiera una llamada, mucho menos una recompensa, nunca un sacrificio, un amor que siempre me ha aceptado como soy, y todavía mejor, nunca,
ni por un segundo, ha deseado que cambie, ni siquiera lo que yo misma he deseado cambiar.

En una mañana de angustia, de preguntas sin respuesta, de disyuntiva sin señalización, una conversación por Messenger donde un amigo te devuelve tus sueños que creías rotos, envueltos en papel regalo.

La soledad que te da espacio para aprender a vivir con el único ser que estará ahí siempre, que te vuelve tu mejor amigo. Esa mañana en que te miras al espejo, te ves como realmente eres y te asombras de tu propia belleza, y la bestia que anida en tu pecho por fin deja de rugir y empieza a ronronear, ese día en que ya no querrás que desaparezca.

El camino que te conduce a la certeza, la única que vale la pena, de que la vida tiende a mejorar, que no hay nada qué perdonar porque hasta tus errores tienen sentido ya que haces parte de un plan mucho más viejo que el universo, e igual que los niños que están creciendo, con el paso del tiempo obtienes cosas de más valor, cada vez entiendes más, te puedes demorar pero inevitablemente aprendes a caminar.

Un par de seres que te acompañen, que cuando mires para atrás no puedas creer que haya pasado tanto tiempo a su lado, que la red que tejieron juntos con cada decisión de quedarse en lugar de abandonar, sea tan fuerte por haber soportado tanto y siempre. La belleza que encierra la certidumbre de que su afecto por ti no te llena tanto como el tuyo por ellos.

La felicidad tranquila, la capacidad de no dejarte joder de la vida, la posibilidad de reír tus risas sin miedo y dejar de sufrir incluso cuando estás llorando.

Una amiga de hace mucho tiempo un día dijo que yo era una mariposa con las alas rotas, hace poco un amigo dibujó en mi fotografía un par de alas de mariposa. Eso tengo para darles, la esperanza que puedan dar unas alas completitas que se han podido curar.

martes, 2 de mayo de 2006

TERRITORIALIDADES

Hace un par de semanas estuve en Bogotá y allí, en una noche de frío, entendí la razón por la que me he metido en más de un lío emocional, que por lo general me han costado carísimo, mucha pérdida y mucho dolor antes de entender que esto de la división entre países en la cual hemos decidido construir nuestro mundo no es gratis, somos una especie territorial.

Alguien me explicó, como se le explica a un niño la división política del continente americano, que las relaciones que uno construye tienen el principio de territorialidad, por ejemplo, la mejor amiga de mi mejor amiga del trabajo no es mi amiga, es la amiga de mi amiga, algo que al parecer es obvio y todo el mundo entiende, menos yo. Entiendo que el novio de mi amiga no es mi novio, o mejor, entiendo que no es provechoso que lo sea, pero que el amigo “original” de mi amiga no pueda ser amigo mío, y que yo no pueda “heredar” amigos es algo que me hace perder, cuando me lo explicaron me sentí como en un tobogán cayendo inevitablemente en la piscina del desengaño, llevo 28 años malinterpretando las relaciones, y por eso es que la mitad de las veces termino siendo la bruja de la historia.

Hace rato comprendí que es sumamente imprudente hacerse amigo del exnovio de una amiga, pero saber que los amigos de mis amigos no pueden ser mis amigos es algo que me deja prácticamente sin amigos. Es triste, además porque entiendo que si funciona así con nosotros, con nuestro pequeño mundo, cómo esperar que no funcione así con nuestro territorio físico, con razón los gringos están de pelo parado con los latinos, lo mismo que los españoles, pobrecitos que también tienen que lidiar con los africanos, y los franceses con los árabes, y yo toda romántica pensando que la Unión Europea era una realidad que apoyaba mi teoría de la expansión del círculo vital, de la posesión y el territorio, de las fronteras y los límites, pero si tenemos que tener cuidado de pasar sin permiso el territorio de amigos de los amigos, qué diremos del asunto de las visas y permisos de trabajo para extranjeros, si mi amigo es un país al que tengo que acceder teniendo en cuenta que no puedo apropiármelo, qué le vamos a pedir a Estados Unidos.

Yo sé que suena a exageración, pero estoy segura de que no lo es, y esa es la razón por la que me es tan difícil abordar el tema, que por fin en Bogotá, con esa conversación comprendí que no era una cuestión circunstancial, que los tropiezos y tiestazos a la hora de cruzar los cables emocionales, no son una excepción sino la regla y teniendo en cuenta mi despiste, mi ignorancia al respecto, he salido bien librada. Me doy cuenta de todas las disculpas que tendría que dar por aprovechada, porque nadie sabe la cantidad de veces que me he gozado la compañía de el amigo de un amiga, con esta tendencia de revolverlo todo, con las ganas de hacer del mundo una fiesta done cabemos todos y con el lema de mejor que quede en familia; me enamoro continuamente de los hermanos de mis amigas, me dejo adoptar de sus padres y madres, me he atrevido a echarle un piropo a sus novios y después tengo el descaro de sorprenderme porque me dejan de hablar.

Pero con las ganas de disculparme también me siento muy agradecida de tener un par de amigos que me han aceptado con semejante desatino para manejar el protocolo, amigos que comparten conmigo todo, incluyendo a las personas que aman, ahora comprendo mejor su generosidad y paciencia, su bondad, y compasión al permitirme tanta imprudencia, y así hacer de mí alguien con la misma capacidad de amar.

No quiero ser malinterpretada, no juzgo aquí, entiendo las razones por las que la gente decidió establecer las normas en que debemos movernos, y a partir de ahora tendré muchísimo cuidado en observarlas, supongo que lo otro traería el caos, pero tampoco voy a ser hipócrita, no comparto esta visión, no creo que ese orden sea mejor, prefiero el caos de la libertad, yo daría lo que fuera porque mi ex novio se estuviera casando con una amiga mía, y no con una desconocida con la que apenas puedo cruzar una palabra, desearía que mi cuñada fuera ante todo mi parcera, y no la mujer que con razón me mira como si fuera un bicho raro, yo amo a los que aman y cuidan a quien amo y deseo cuidar y cuando siento celos recuerdo que son seres humanos con los que trato, mundos completos, móviles, flexibles y con un corazón tan grande como para albergar a muchos más que a mí, y que esa emoción es una de esas primarias, que están echas para protegernos cuando somos menos concientes, y esa en particular nos permite conservar nuestros afectos, si no fuéramos celosos, no tendríamos amigos del alma, no tendríamos el instinto que nos permite conservarlos, pero sólo me permito llegar hasta ahí porque la libertad es el bien por encima de todos, y yo sigo prefiriendo que mis amigos hagan el amor entre ellos y no la guerra, que para eso tenemos a Uribe.
Aclaración a poropósito del X Festival iberoamericano de Teatro

Mi amiga Manuela me escribió, dice que el actor al que ella le gritó famoso, no se llama Luís Ospina sino Sebastián Ospina, la verdad es que no le presté mucha atención a lo de los nombres, todavía no se la presto, nunca lo he hecho, siempre los confundo, y los cambio, se me olvidan. Creo que me confundí con el sentimiento de que Lo Profano es un espacio que comparto sólo con amigos, pero entiendo que no es muy profesional publicar algo donde un nombre no es el correcto, aunque sea con los amigos, prometo que no volverá a ocurrir.

La otra inquietud de Manuela se refiere a mi alusión a un tipo “gordo” que se sentó a mi lado en una obra, en su mensaje ella me recuerda que más difícil que sentarse al lado de un gordo es serlo y no poder controlarlo, esas fueron sus palabras, además me preguntó si era que yo no tenía un amigo así. Yo entiendo lo que me quiere decir, pero ella no entendió lo que yo quise decir, y para los que lo entendieron igual que ella es que escribo esto. La palabra que utilicé fue robusto, y los que me conocen saben que yo al pan pan y al vino vino, la palabra no fue gordo porque el tipo no lo era, era robusto, más bien grande, y en este país no estamos acostumbrados a diseñar las cosas para las minorías y la gente grande lo es, así que los teatros son incómodos para ellos. Pero me pierdo, ese de todas maneras no es el punto, el punto es que mi comentario no tenía como objetivo criticar su contextura, como dije ahí, la incomodidad no lastima a nadie y menos cuando es algo que no se puede evitar y este no es el caso de dejar pasar un malentendido, porque en realidad no tengo amigos gordos, (no sé por qué, tuve una vez una, y dejó de hablarme porque me parecía que el tipo del que estaba enamorada no merecía estar con ella, era demasiado buena para él, supongo que no se lo dije en esos términos, pero era muy joven cuando eso), sin embargo he tenido amigos que no comen bien y son flaquitos flaquitos, y más aun, he tenido amigos (que no conocidos, amigos de verdad) alcohólicos, dependientes, mitómanos, terriblemente malgeniados, depresivos, incumplidos, inseguros, celosos, con autoestimas tan bajitas que al final siempre paga uno, con maridos estúpidos que se atreven a decir que yo les soy desleal, y hasta amigos que no llaman y que si fuera por su despreocupación esto hace rato se hubiera acabado, pero yo los he querido así de principio a fin, cuando decidí que fueran mis amigos los acepté de entrada con todo lo que venían y he estado ahí para ellos siempre, también con todos mis monstruos, que son muchos, pero con un ángel del que estoy muy orgullosa: el amor incondicional.