martes, 25 de julio de 2006

Hablamos del peligro de estar vivo


En un capítulo memorable de Archivos X, Mulder se encuentra con una genio que le concede tres deseos; para el agente no fue muy difícil decidirse por un mundo completamente en paz; después de cerciorarse de que su amo estaba seguro de lo que quería, la genio desapareció a todos los hombres de la faz de la tierra. Mulder tiene que gastar su segundo deseo en reparar el daño, no era esa paz la que quería, la genio se lava las manos con un gesto de hastío. Mulder pasa dos días frente a su computador redactando el deseo perfecto de un mundo perfecto, su compañera Scully, que no cree en genios y esas cosas, lo encuentra enfrascado en el proyecto; después de escucharlo atentamente le responde que tal vez la paz no puede ser el resultado del anhelo de un sólo hombre, una sociedad más justa, un mundo mejor tiene que responder al profundo deseo de todos los que lo habitamos, de cada una de nuestras voluntades. A mí como a Mulder me costaría un poco renunciar a la posibilidad de hacer realidad ese sueño con un chasquido de los dedos, pero tengo que reconocer que en ningún caso sería una buena idea perderse el proceso y la construcción que requerirá llegar allí.

Yo creo en la bondad natural del hombre, en la capacidad que tiene de ser compasivo, de dar la vida por sus seres queridos, de sobrevivir en el mundo hostil que él mismo ha creado, yo creo en la criatura que viene de una raza que ríe cuando debería llorar, y que está llena de gracia; también creo que las cosas no han cambiado mucho desde que nuestras guerras eran del fuego, que aun somos primitivos, que estamos apenas empezando a crecer, que lo único nuevo son los juguetes; sin embargo me preocupa nuestra madurez mental tan por encima de nuestra madurez emocional, un cerebro muy grande para un corazón tan frágil, a veces eso me quita el sueño, pero recuerdo quiénes somos en realidad y no puedo más que sonreír.

Porque además de creer en nuestra bondad natural creo en nuestra perversión por convicción, perversión que no maldad, que son cosas muy distintas; a los seres humanos nos gusta el dolor, la tragicomedia, por eso todo el tiempo creamos escenarios para vivir inmersos en ella. Por qué no aceptar que no somos perfectos, que tenemos un filo que de tanto evitar se nos sale de las manos; que estamos aquí porque queremos, decidimos que el mundo fuera así y en realidad no lo queremos cambiar, si lo quisiéramos el hambre se acabaría mañana, si de verdad nos pareciera importante, la desigualdad desaparecería, y la única razón para que no suceda es que no nos decidimos todavía a ser buenos, a acabar con los problemas, porque dónde quedarían los médicos sin enfermedad, los abogados sin cárceles, los curas sin pecados, los filántropos sin hambre, los que escribimos sin el drama. Dónde quedaría la mitad de lo que somos.

Alguna vez alguien dijo que creía en la posibilidad estética del error, a mi me gusta esa frase y la repito cada que cabe, deberíamos extenderla no sólo al arte sino a nosotros mismos, a nuestro mundo, aceptar que nos equivocamos, que somos terribles, que todos llevamos un monstruo, que no tenemos que aspirar a ser Dios, que esa cualidad divina ya está reflejada en la capacidad que tenemos de crear nuestra realidad a nuestra imagen y semejanza, deberíamos ser más compasivos con nosotros y los otros, dejar de exigirnos esa bondad a secas que no existe. Porque si de algo estoy segura es de que la única manera de amansar la bestia es reconociéndola, mirándola a los ojos, dándole su lugar, alimentándola para poder controlarla, jugando con ella, como una bomba que se hace explotar en un ambiente controlado; ignorar nuestra perversión es ignorar una parte de nosotros y uno no pude cambiar lo que no le pertenece.

Aceptar nuestra “maldad” conlleva la aceptación de nuestra responsabilidad individual en el estado de las cosas, la aspiración a la bondad absoluta sólo nos hace sentir culpables de algo que se puede expiar con dos padrenuestros, la responsabilidad trae consigo la acción, eso lo saben todos los padres que se han hecho un día responsables de otra vida, como saben también que la acción tiene una posibilidad de error, todos los padres actúan sabiendo en el fondo que la mitad de las veces se van a equivocar.

En cambio quien cree que sólo debe ser bueno, deja su ser a merced de la oscuridad que un día de tanto aprisionarla explota y daña a todos, después simplemente pide perdón y cree que debe ser perdonado porque es bueno, él no sería nunca así de malo. Es una forma distinta de lavarse las manos y que la vida siga y que la oscuridad nos posea.

Distinto sería si aceptáramos que esa perversidad está ahí y que de vez en cuando hay que dejarla ser, que tenemos apetitos, que no todo el mundo nos tiene que caer bien, que podemos tener mal genio, que la paciencia se nos acaba y que las cosas tienen límites, las nuestras y las de los otros. Porque somos ovejas con piel de lobo, lo único que no podemos aceptar es contradecirnos tanto que nos convirtamos en lobos con piel de oveja. Y así tal vez un día tengamos la valentía para vivir en un mundo donde sea mejor ver a una mujer en la calle haciendo el amor a los gritos, que al soldado gimiendo de dolor en un campo de batalla.

martes, 11 de julio de 2006

Aufwidersehen

Se acabó el mundial, y como casi siempre, (hablo por los pocos que me han tocado), se va dejando un guayabo lúdico que tendremos que aguantar un par de días más, sin embargo no puedo decirle adiós sin hacer primero un balance personal (eso que quede claro).

Cosas buenas, muchas, el placer de ver buen fútbol en escenarios soberbios hechos a la medida de ese arte moderno que deja tan complacido al obrero que llevamos dentro, un templo adaptado con 25 cámaras para ritualizar todas nuestras primarias emociones, la pasión, la ambición de ser el mejor, el más fuerte, el más capaz, el miedo a perder, el más antiguo de todos nuestros miedos, la necesidad de encomendarse a los dioses, a la fortuna, a la magia que hace que un balón no entre cuando no debe entrar y entre en contra de todas las posibilidades.

Cosas buenas es que ecuador haya llegado hasta octavos y se haya ido dignamente del campeonato, cosa que Costa Rica y Polonia no pueden decir (me refiero a la dignidad), el buen fútbol de Argentina y España, la precisión de los alemanes, el juego limpio de Japón, la sorpresa de Australia, las ganas de Portugal, el uniforme de Italia, la manada de papasitos que hubo en todos los equipos. Bueno es que los Brasileros hayan preferido no ir a su país, y a los argentinos los hayan recibido bien en su casa, que Colombia no haya ido a hacernos pasar vergüenzas.

Triste, que México y Argentina se hayan quedado tan pronto, que los cuartos hayan sido tan disparejos como Argentina-Alemania, mientras que en el otro grupo se la jugaban Italia-Ucrania, que la final no hubiera sido Brasil-Argentina como yo hubiera querido, que España no hubiera podido superar su complejo histórico frente a Francia, que con la disculpa de que Brasil juega pensando en 7 partidos y no sólo en uno, nos hayan dejado con ganas de ver el juego bonito y pasaran por este mundial sin pena ni gloria excepto por Ronaldo y su record de goles hermosos. Que el mundial haya sido en Alemania y yo no hubiera estado allá, que no haya una mujer con pantalones en la FIFA, que ponga por reglamento y sin excepción a todos los jugadores a quitarse la camiseta cuando metan un gol, y en su defecto, en el instante mismo en que el central pite los 90 minutos.

Malo, malo, Zidane, que había jugado como siempre, como el dios azteca, que se despedía, que se dejó provocar por un Materazzi pescando en río revuelto, haciendo su papel. Los rumores dicen que el italiano le agarró la camisa, el francés arrogante le dijo que si quería la camiseta se la regalaba al final del partido, no se sabe qué le contestó Materazzi, las buenas lenguas dicen que él prefería quitársela a su hermana, la de Zidane, las malas dicen que algo sobre su origen argelino, Zidane le responde con un cabezazo falto de toda compostura, burdo, indigno, Bufon lo ve, le pone la queja al cuarto árbitro a quién le dice: tú lo viste y si no haces nada el video te delatará, paran el partido, el central habla con su compañero y segundos después sale corriendo tocándose el bolsillo, vemos venir lo que todos temíamos, le saca la roja a Zidane, nadie quiere creerlo, todos sabemos que se lo merece, antes de salir de la cancha Bufon se le acerca, lo obliga a mirarlo a los ojos, y le dice: lo siento, pero tú sabes que eso da roja, lo siguiente que nos dejan ver es a Zidane saliendo por el túnel, dándole la espalada a la copa. Aquello que será una leyenda cuenta que cuando entró al camerino se tiró al suelo y acurrucado lloró inconsolable.

Yo no me explico cómo pudo pasarle algo así a semejante señor, será que tal vez no lo era tanto, dejarse provocar por las palabras de un Italiano, es como dejarse apabullar por los ladridos de un pinche, cualquier insulto hubiera quedado resuelto con la certeza explícita de que el agresor no le llega ni a los talones al agredido, viendo la repetición del incidente uno adivina que fue un impulso, que sólo tuvo tiempo de desviar el golpe que iba a la cara, hacia el pecho, con una cámara especial que seguía permanentemente a las estrellas del fútbol esto no le alcanzó para salvarse de la sanción, la peor, en el peor momento, fue tan impactante que hasta los italianos quedaron desconcentrados, lo siguiente fueron balones a ninguna parte, desconcierto total. Se fue uno de los grandes, todavía hoy con la cara triste.

Ojalá y Zidane en el camerino haya llorado lo suficiente por todos los que lo admiramos y que queremos el buen fútbol, que no es el de buenas intenciones, porque ese no existe, utilizamos este juego precisamente para expiar nuestras peores conductas, pero sí el del aguante del caballero mítico, del guerrero que arremete contra su enemigo con elegancia, de ese enemigo a la altura que sigue adelante a pesar de todos los dolores, incluso los del alma y juntos nos hacen creer que lo que vemos es una bella coreografía a 25 toques con un final de fantasía donde el último fusilado se estira majestuoso en una pirueta imposible e inútil y nosotros podemos gritar a todo pulmón: Gooool.