¿Qué sería del mundo sin cada uno de nosotros?, la muerte nos trae la respuesta muy tarde, el negocio nos arrebata la posibilidad de demostrar nuestra mejor sospecha, los presupuestos justifican el cualquiera lo puede hacer, la oferta es más grande que la demanda, hasta en el amor, que al final se muere y nos deja a todos, oferentes y demandantes sin el pan y sin el queso. La vida tiene que seguir se lleva nuestra melancolía y con ella el último de nuestros suspiros, entonces sí sigue, pero no la vida, sino la carrera inútil contra el olvido, nos acostumbramos tanto a nuestra propia brevedad que olvidamos que los demás nos necesitan, despachamos a la solidaridad en nombre de la productividad y las ganancias (en la bolsa y en el ego) sólo dejan pérdidas en el espíritu.
domingo, 29 de octubre de 2006
Imprescindible
El encuentro
Las gentes caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura. Cuando mucho, avanzan en zig zag. Pero una vez en la meta corrigen la desviación y se acoplan. Tan brusco amor es un choque, y los que así se afrontaron son devueltos al punto de partida por un efecto de culata. Demasiado proyectiles, su camino al revés los incrusta de nuevo, repasando el cañón, en un cartucho sin pólvora.
De vez en cuando, una pareja se separa de esta regla invariable. Su propósito es francamente lineal, y no carece de rectitud. Misteriosamente, optan por el laberinto. No pueden vivir separados. Ésta es su única certeza, y van a perderla buscándose. Cuando uno de ellos comete un error y provoca el encuentro, el otro finge no darse cuenta y pasa sin saludar.
Juan José Arreola
lunes, 16 de octubre de 2006
Recuerdos devueltos
La vida que siempre es tan generosa conmigo y sólo me envía ángeles, me trajo por estos días un par de artistas que sin pretensiones y sin mucho tiempo para dedicarnos mutuamente, me regalaron un par de cosas que les agradezco con la parte de mí que se conmovió por ellos, que obviamente va más allá de su obra. Me los encontré para recordar cosas que había olvidado, desde un par de palabras que no escuchaba hace años y que me traen el calor de un hogar perdido ya, hasta un recuerdo lejano de un horizonte que con tanta urbanización emocional había dejado de ver.
domingo, 15 de octubre de 2006
Saudade
Dice precisamente un portugués escritor de hace tiempo llamado Queirós, que la melancolía es la hermana menor de la tristeza, la más mimada y feliz, y yo creo que por eso, después del amor, es el sentimiento favorito de nosotros los que amamos con un amor que primero nos mata antes que morirse. Y es que en portugués no existe eso que en español llamamos “hacer falta”, en ese mundo precioso simplemente se siente nostalgia por el que no está presente, dirán algunos que es lo mismo, pero la diferencia sutil abre un abismo infinito de sentimientos. Cuando uno dice que algo le hace falta, está asumiendo de entrada su ausencia, la nostalgia en cambio es un sentimiento que se produce precisamente por no poder separarse de aquello que no está presente; decirle a alguien, como se dice en portugués, que uno siente nostalgia de él, o de ella, es confesarle que nos hemos rendido ante a la realidad de que ni la distancia hace que el amor desaparezca, de que el otro se queda tan ahí aunque esté tan lejos, y no verlo, sentirlo o escucharlo sólo hace que el amor se encierre en un capullo de nostalgia para protegerse de aquello que se supone acaba con todo: el tiempo y la distancia.
domingo, 1 de octubre de 2006
Para no guardar silencio
Ayer volví a ver Diarios de motocicleta, y además de traerme los recuerdos gratos del viaje por Latinoamérica (que en estos días han estado en mi mente todo el tiempo, ese viaje se me ha cruzado por todas partes. Quién sabe que querrán esos recuerdos de mi) me recordó todo lo que nuestra realidad no ha cambiado. Cuando a Gael García le preguntaron por la película dijo que eso era lo que más le había impactado, casi nada ha cambiado desde los tiempos en que la realidad de este pueblo conmovió tanto al joven Ernesto Guevara como para convencerlo de que había que ganarse la justicia a punta de tiros. La película tiene retazos documentales que encajan perfectamente en el tiempo del que pretende hablar, hace unos 50 años, y las cosas así, mejor que se murió temprano el Che para no tener que envejecer como lo haremos nosotros, viendo a Bono en un concierto en Chicago, oyéndole suplicar a los asistentes que le pidan a su presidente que haga algo para acabar con la pobreza extrema en el mundo, y tener que llorar porque es la batalla de lo obvio, cómo explicar que si matas se muere, que si golpeas duele, que para despertar hay que abrir los ojos, que no se puede vivir sabiendo que un solo hombre muere de hambre en un mundo donde hay comida suficiente para todos, mucho menos 40000 mil niños al año mientras otros 4000 nacen diariamente, como si la piedad fuera sólo para los lobos.