miércoles, 31 de enero de 2007

La Miscelánea es un Colectivo en donde como en todas las demás misceláneas, hay de todo. Nos trajo aquí la excusa del arte en función de la vida social, en una ciudad donde a veces es tan difícil vivir; la mayoría nos quedamos por la buena conversación de cada ocho días y con el afán de responder las preguntas más obvias llegamos hasta hoy, aquí mi parte del manifiesto que nos precede:

Manifiesto Miscelánico

No se admiten sapos, menos regalados. Ni curadores o vendedores, tampoco desapasionados o miedosos, fiscales, exclusivistas, exquisitos, sembrados de lechugas, falta del mínimo sentido común.

Tenemos opinión sobre las opiniones, posición, argumentos, paciencia, soberbia, tenemos sobretodo, artistas, ingenieros, comunicadores, escritores, marxistas, publicistas, junguianos, fotógrafos, metodistas, reservados, explosivos, enojados, de todos los estratos y sustratos, nos tenemos los unos a los otros.

Estamos hechos de esperanza, indignación, vísceras, tijeras, inteligencia, de comino rojo, magia negra, alma blanca y manos limpias de crayola y yeso.

Nos gusta la belleza, la teoría del color, las celebraciones, el té, la verdad, los cafés, los objetos inútiles, la poesía, las inauguraciones, los niños, la costura, la caligrafía, las invitaciones, los amuletos, las zucaritas por la mañana, los hombres y las mujeres, el amor y el arte.

Creemos en dios y en el diablo, en el voto y la libertad, en nosotros, en esta ciudad, en los imposibles, en la palabra colectivo, en el sentido y la búsqueda, en la sustancia de las cosas.

Somos la pregunta, el atisbo de respuesta, la denuncia, el "no puede ser", el "basta", el "tengo miedo". La risa, la ternura, la desprevención, la confianza. Somos amigos que cuidamos y enemigos en potencia de equivocarse.

Lo único que se puede esperar de nosotros, a lo que aspiramos, la única regla, lo único que se tiene la obligación de hacer es ser lo que se es, porque aquí se vale enojarse y dar varilla, también arrepentirse, irse y volver, estar y perder, incluso llorar, pero ojala no se valiera ser “me da todo igual”, porque la apatía es lo que nos sobra, ella es quién propaga la tristeza, es el vehiculo de la nada que se lleva lo que hemos construido.

lunes, 8 de enero de 2007

Balance

En estos días leí que uno no debería abrir una puerta si no está seguro de que sabe cómo cerrarla, quien lo escribió tenía razón, yo agregaría que toda puerta abierta que ya no se ha de volver a cruzar es mejor cerrarla, no vaya a ser que tantas puertas abiertas nos pierdan el camino, por eso este año 2006 que se acaba de acabar hay que cerrarlo, recoger lo que sirve, desechar lo que no, reciclar lo que más o menos, cerrar la puerta y seguir, que hay mucho camino hacia delante por recorrer.

Por eso aquí, en el espacio virtual que mejor me contiene paso a recoger mis bártulos, con toda la intención de seguir sin mirar atrás, no sin llevar conmigo lo que siempre ha de acompañarme, por ejemplo: el año pasado me puse a escribir y no es que antes no lo hiciera, pero siempre fue sólo para mí, este año me dio por salirme del closet y “publicar”, primero fue Lo Profano, que sin duda ha sido lo mejor de este año, nadie se puede imaginar todo lo que ha significado, todas las conversaciones, los comentarios, la gente nueva, la terapia que ha sido, simplemente maravilloso; después vinieron un par de cosas que me pidieron hacer para publicar y que supusieron ejercicios bastante productivos para quien esto escribe.

Me queda también para siempre Urbánicos, trabajar con los pelados fue el mayor de los retos de este año, el más grande esfuerzo emocional para dejarse cuestionar cada minuto por la realidad de otro que es tan otro, tanto por su condición de adolescente como por su condición social, y al final sentir que somos mejores que antes, tal vez de una manera sutil, imperceptible, pero ninguno de nosotros, los niños y los adultos, fuimos los mismos de antes.

Este año encontré a dos nuevas compañeras de viaje, Cris y Margarola, también se van conmigo; se quedan otros que no alcanzaron ni siquiera a ser amigos… me reencontré con un jefe con el que todavía estoy dándome espacios, reconocimientos que nos debíamos, sin embargo perdí a otro jefe, uno de los que más me gustaba, se terminó hace rato el duelo profesional y personal, se queda atrás la posibilidad de hacer cosas juntos y de hacernos amigos en el camino… me acompañarán los buenos amigos de siempre, que estuvieron tan presentes esta vez (en gran medida gracias al Messenger, bendito descubrimiento de los gringos), y los grandes momentos que compartí con ellos, como el cumple de la Martina, los mensajes periódicos de Ana, los saludos esperanzadores y reconfortantes de Jailtao, la vez que la Martuchi me llamó por teléfono a saludarme por el día del amigo en Argentina, mi amigo Sunfi que se apareció al final con ganas de quedarse un tiempo; los grados de la Beatriz, con una fiesta espectacular y un fin de semana en Bogotá rodeada de los mejores afectos, se quedan conmigo esos afectos; las salidas de buena conversación y buen baile con Alejo; Mauricio, el chaman que aparece en todas mis conversaciones, ese que no deja que me descarrile o me deschavete, se va conmigo mi Padre.

Me llevo los instantes que pasé con aquellos que la vida trajo sólo de paso, las risas que me regaló Manuel con su humor negro medianoche, los días del 2 al 6 de noviembre, los más apasionantes del año, con un príncipe azul de mentiras que al besarlo se convirtió en sapo, pero que mientras duró, me devolvió las mariposas en el estómago tan necesarias para la salud; el Encuentro Internacional Medellín 2007/ Prácticas Artísticas Contemporáneas, que desde que le vi el nombre supe que me iba a sacar canas pero que cuando por fin pasemos este duro parto será lo mejor que le ha pasado a esta ciudad en mucho tiempo (mucho más que la venida del rey de España, aunque Fajardo no lo crea); me llevo a Manuela que a pesar de la distancia es capaz de acompañarme y dejar que la acompañe.

No se pueden quedar por fuera las pequeñas cosas como la compañía que mi madre y yo hemos sabido darnos de vez en cuando, el descubrimiento del restaurante El Herbario; el profe con todas sus historias y su deseo, el Colombo y sus películas, el siempre Bunbury con Nacho Vega de regalo; el sexto y séptimo volumen de las dos series de libros que más me gustan…

(suspiro) Ahora sí, agarro mi morral lleno del amor que me profesaron y sobretodo del que me permitieron dar, que es el resumen de toda la lista que hay arriba, que no deja por fuera a nadie que debería estar y no está, que contra toda ley de gravedad no pesa nada y es lo que aliviana el peso de la ausencia de lo que se queda atrás, que es todo lo demás. Cierro la puerta, y antes de seguir miro atrás por última vez… tal parece que la vida sigue confiando en mí… me doy vuelta, emprendo el camino, sonrío, yo también sigo confiando en ella…