domingo, 13 de abril de 2008

Dimisión

Hay momentos en la vida en que las preguntas fundamentales vuelven pertinaces, y lo que era una lluvia menuda que siempre nos acompañaba se convierte en un aguacero imposible de eludir; toca detenerse, guarecer, esperar a que pase, darle una solución y seguir camino. En los últimos días la pregunta por el sentido de lo que hago me cayó como una granizada cuando me di cuenta de que el impulso vital que siempre me movía, se estaba apagando bajo el cobijo de la seguridad. Hay veces que toca aceptar que lo que pensamos que era no es, y el argumento para quedarse no puede ser la incertidumbre del porvenir, no se puede renunciar a la posibilidad de ser feliz con lo que se hace para ganarse la vida, porque la búsqueda de quiénes somos no puede acabar en un sueldo fijo. Por eso estoy aquí para admitir que me equivoqué de lugar y me toca devolverme en el camino. Compartirlo con ustedes es importante porque sé que les importa lo que suceda conmigo, he decidido renunciar a algo que quería, a algo que era importante, y como no sabía que renunciar era tan difícil, voy a necesitar compañía, acaso un poco de ayuda para no perderme en eso que llaman el porvenir, para curarme las heridas, porque con ustedes cualquier camino se convierte en autopista.