lunes, 22 de septiembre de 2008

La piel que me sobra

Durante la mayoría de mi vida (exceptuando aquella en la que no era conciente de mi misma) había creído que el amor era obvio, que todo el mundo sabía de él lo que yo supe siempre, que era imposible no saber, porque sólo había que encontrarse con él, porque es tan imposible de negar como cualquier cosa a la que llamamos real.

El amor llega siempre sin permiso, llega siempre disfrazado de otro, pero uno aprende rápido a no engañarse, el amor es un sujeto con vida propia al que la razón solo puede abortar cuando no quiere, pero cuando alcanza a tomar forma, uno puede abandonar, o maltratar, pero nunca hacer que desaparezca. Esto hablando de lo más mundano del amor, de aquello en lo que nosotros tenemos algo qué hacer. Explicarlo en su verdadera dimensión cuesta mucho más… uno le abre la puerta al amor en un sueño y un día se despierta pensando obstinadamente en alguien más que en uno mismo, va en el bus al trabajo y cierra los ojos y puede ver al otro, verlo de verdad, ver su corazón y saber exactamente qué está sintiendo, si tiene calor o frío, si también está enojado consigo mismo por no haberse cuidado en los sueños para no engendrar aquello que siente. El amor (cualquier clase de amor, porque todas son una, la misma) es misterioso y uno entiende qué es lo sagrado cuando deja que lo atraviese, se entrega y lo deja ser. El hombre entonces se vuelve sabio, se inventa los idiomas para poder explicar lo que siente, y de él salen sonidos, que con las palabras que el amor le dio, llama música, camina sobre las aguas, convierte el vino en agua, multiplica panes y peces.

Parece que ahora como entonces, este mundo no soporta tanto amor, puede pasar que vivamos tan tranquilos en un mundo donde hay gente que canta y toca tambores en una rumba de dos días mientras masacra un pueblo entero y un ejercito impávido se para en la carretera a no dejar pasar el auxilio, diciendo que es muy “peligroso”. Podemos estar comiendo en un restaurante japonés, lujosísimo y carísimo y no hacer nada mientras la policía se lleva para la estación a unos hombres desesperados que vienen a protestar porque el Estado no pudo proteger a sus familias, y ellos tampoco y ahora tienen hambre y frío después de haberlo perdido todo, excepto la vida. Esas cosas pueden pasar, esa indiferencia nos puede poseer de tal manera y nosotros pensar que ese sentimiento de absoluta ausencia de humanidad es “normal”. Pero cuando alguien dice que un día le pasó que miró a los ojos a alguien en un parque y supo en ese instante que podría quedarse a su lado para siempre, o que un día soñó con alguien que le salvaba la vida y desde ese momento tuvo el poder de dejarle entrar en sus sueños para que le hablara, o que un día una mariposa le visitó para decirle el nombre que le debería poner cuando naciera de su vientre, nos parece absurdo, loco de atar, y le decimos que esas cosas no existen, que se lo inventó, que malinterpretó todo, pobre ser humano empeliculado.

Un paramilitar es capaz de pararse a decirle a todo un país que matar es como un vicio y que a uno se le pueden perder mil muertos de una masacre en la laguna de un computador, pero a alguien que dice que siente el dolor de todas las madres viudas en su corazón, o que quiere explicarle a otro que el amor que siente hace magia, supera el tiempo y el espacio y los hijos que nunca se han de tener juntos lloran en algún lugar del universo, le rogamos que se calle, que esas cosas no se dicen, porque ningún ser humano es tan fuerte par soportar el peso de semejante amor, porque uno puede odiar a primera vista y sin razón, pero amar de un solo vistazo no. Mucha exigencia nos parece que el otro nos vea perfectos y no nos quiera cambiar nada, preferimos que nos señale eternamente los defectos y nos mire solo a partir de lo que nos falta, porque ser coherente con eso que ve el otro, y que nos dice lo que de verdad somos, nos parece demasiado.

Nos encontramos de frente con el amor que hace milagros y lo volvemos a crucificar. Deshonrando la vida entera somos capaces de decir (como no he parado de escuchar últimamente), que el amor es un invento del capitalismo para vender películas en Hollywood, o del hombre para aparearse y continuar poblando el mundo, y los que saben, porque lo sienten, qué es el amor, se quedan solos, una parte de ellos se muere cada vez que alguien argumenta demencia… y todo eso que no cabe en el corazón y que nunca parece tener la razón, se convierte en algo tan inútil y molesto como un séptimo sentido, como un undécimo dedo, como un montón de piel que sobra.

martes, 2 de septiembre de 2008

Última conversación

Ella lo ve de lejos sentado en una silla, suspira hondo antes de acercarse a un conocido que a fuerza de cinco años de ausencia es un extraño y se prepara para las amabilidades de quien sirve de anfitrión en la ciudad del mundo que más conoce. El amor después de tanto tiempo es un hombre acompañado que es más bello por la edad que tiene ahora, pero que el cuerpo no reconoce más que si fuera un amigo de un amigo que para en casa a descansar …Un abrazo se alarga tanto que los que miran tienen tiempo de ir y volver por esos cuerpos que parece que ayer se hubieran separado y que se ajustan sin esfuerzo, despierta alma, sacúdete el polvo que te queda, se acerca un buen momento para vivir… En su casa siempre caben los amigos y su equipaje, esposas e hijos, lo que haga falta, una mamá anfitriona y dos metros por dos metros son lo que hay siempre para ofrecer, también una guía turística personalizada que comienza ahora, ella piensa por un momento que no hubiera hecho falta buscar tanta compañía para no sentirse como de visitante en una pareja tan ajena, sola se hubiera bastado con este, que contra todos los pronósticos, ya no le da trabajo …Guarda silencio y recorre la belleza de ese cuerpo que un día fue tuyo y que en algún lugar debe contener el alma del hombre que alguna vez amaste tanto que cuando dejaste nunca más volviste a recordar… Ella lo oye hablar de las cosas de todos los días, la casa, el viaje, una boda, los planes. Se cansa y quiere ir a dormir Alguien habla de hijos y se estremece el mundo, una niña en tu vientre se hace pequeña y llora

…Solo allí, él parece una aparición, despierta mujer, que tal vez éste es quien andabas buscando… Un filósofo dijo un día que por evitar lo peor, se pierde de lo mejor, dice él, y ella se pregunta si es el mismo de hace cinco años, ese asustadizo que la miraba como si ella fuera lo mejor y que la evitaba como si de verdad no hubiera nada peor …Ríen con una carcajada que cura, después de tanto tiempo se vuelven a ver, y en ese espacio que hay entre los dos suceden meses enteros de historias que las palabras no alcanzan ni a empezar a contar, hasta mañana, ahora puedes volver a dormir… Hay un montón de preguntas que no alcanzan a responderse con una conversación que habla recuerdos difusos, recuerdos tan sin importancia que se los puede jugar en una apuesta, ella seguro que gana, en esa época todo era tan vital que los recuerdos se pegaron como lapas a su memoria de elefanta, mañana será otro día, un poco más y todo habrá pasado con menos pena que alegría, mejor irse a dormir antes de entrar en recuerdos que no quiere saber, en versiones de la historia que tal vez es mejor no conocer, nada se ha perdido que sea preciso buscar arriesgando de más el pellejo que le queda …Atraviesa con tu fragilidad, por un momento, la realidad, para que él sepa que aun estás ahí, y ruega para que cuando te vea no tenga garras de lobo… Ella respira otra vez profundo, no para alimentar sus agallas contra el zarpazo, sino para llenar los pulmones con el aroma de esa bondad que un día la enamoró.

…Anochece lloviendo y un augurio se acerca, responde que está seguro de lo que hace y es como si dijera: aun puedes caminar… El tiempo se le pasa tan rápido que parece que no estuviera esperando, los sentidos se distraen entre tangos y perfumes que no son solo de mujer, en aromas callejeros que antes no existían, no hay nada mejor que los pies en la tierra y la corriente que cabalga la vida real.

…Él, entre la playa y el palo, es como un cuadro de Dalí, a qué hora pasó todo, si hace una semana era menos que un recuerdo, pregunta, por fin pregunta, escucha lo que ha venido a decir, baila, no hay nada más que música para escuchar, déjate caer a la orilla de una confesión, viene una palabra a sanar todas las heridas, no se puede más guardar silencio, dilo todo, confía en mi en él, recuerda, ella se da cuenta de que algún día llegó tarde, hagamos un pacto, y es mejor así, un niño de pelo amarillo deja de soñar contigo y te cuenta la misma historia de pimentones y ventanas por donde ver pasar las bicis, un hombre se deshace entre sus brazos será él quien te bese esta vez y el amor te recuerde qué es, el alma se dobla ahora sobre sí misma como un guante y lo que estaba adentro queda expuesto, se borra el espacio, se olvida el tiempo, es lo mismo Colombia que Alemania, lo mismo ahora que hace cinco años y todas las palabras que se escribieron en todos los libros y se cantaron en todas las canciones se vuelven piel y tienen nombre de hombre, ojos que te miran como si tu voz hubiera acabado de decir: hágase la luz y el mundo hubiera acabado de nacer en tu pelo… un ángel prueba lo que siempre fue hiel y en su boca la convierte en miel, se confunde la belleza con el amor en el amasijo que la pasión cocina lentamente, no hay elecciones incorrectas, solo cambios en el paisaje, no te sorprenda descubrir que eres tan feliz sin mi como si te hubieras quedado conmigo, quisiera abrir la boca y de un solo bocado llevarte dentro, ya vendrá el amor que se quiera quedar, te quise tanto, tonto el que no te ve como yo te veo, tengo miedo de tu miedo, dame la mano y verás que no es cierto, un corazón late como si tratara de convencer a alguien de que existe, el cielo atraviesa los muros y las estrellas se derraman en el vientre de una diosa donde dos espíritus están a punto de lanzarse al mundo real, cierra los ojos, amor mío, que mis dedos necesitan rehacer tu rostro para que cada vez que te mires al espejo me recuerdes…

La parte de ella que deseaba que él se arrepintiera de no haberla elegido, se despierta un día extrañándolo como si hubieran dormido juntos todos estos años y de pronto una mañana, esta mañana, se hubiera ido. Podría vivir la vida así, recordando toda la vida, pero eso tiene la felicidad, que cree que es eterna, eso tiene lo sublime, que se olvida de los sentidos, y las sensaciones y el amor y los olores y el amor y las palabras de amor se las irá llevando el tiempo, porque dos horas no alcanzan para vivir la vida, máxime ahora, sabiendo como antes se ignoraba, que el amor tampoco basta.

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.


El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda