sábado, 24 de mayo de 2014

Voto en blanco

Porque mis convicciones más profundas no me permiten otra cosa; porque esta vez no voy a votar en contra -ya lo hice muchas veces y la última supe que había cometido un gran error no más escuchar el discurso del candidato electo-, porque es la única opción que me deja mi conciencia, porque votar a conciencia es hoy, más que nunca, hacer lo correcto, y en estos tiempos hacer lo correcto es darle algo de pelea al cinismo que nos tiene sin alma.

Voto en blanco porque no puedo votar por Clara López, con quien difiero frente a opiniones que nos definen tanto como la despenalización del aborto y la eutanasia; una mujer liberal que está en contra es, para mí, sospechosa. No voto por ella porque hace parte de un partido (y sí, creo que los partidos aún dicen mucho de los políticos colombianos) que ni en su expresión más inteligente ha demostrado la capacidad para administrar un país. Y porque he oído de sus simpatizantes las más panfletarias respuestas a nuestros problemas.

Voto en blanco porque no voy a votar por Peñalosa. Sin ponernos a hablar de delitos que no se le han comprobado -pero que yo creo que cometió- está visto que en realidad cree que no todos somos iguales, "trabajé como obrero raso en una construcción, tan raso que era el único no negro de la obra" dijo una vez; no creo que alguien que diga semejante cosa en voz alta y en público esté capacitado para gobernar un país que es uno de los más desiguales del planeta. Es un tipo con pocas propuestas sociales que quiere quedar bien con todo el mundo. Nada que me represente menos. Y pocos seres humanos menos capacitados para gobernar con justicia que aquellos que apuntan a decir lo que el otro quiere escuchar.

Voto en blanco porque no puedo votar por Santos, un señor que era uribista, que lo fue hasta hace nada. Y, en mi opinión, Uribe es demasiado en sí mismo, pero por lo menos está convencido de lo suyo a partir de lo que le dicta su monstruo interior; sin embargo, verlo desde afuera y declararse seguidor convierte a cualquier persona con un dedo de poder en la frente en una amenaza pública (lo mismo va para Peñalosa, que también es uribista solo cuando le conviene. No hablemos de Oscar Iván). Tampoco puedo votar por alguien que es responsable -aunque sea por una omisión del tamaño de un elefante-, de la tragedia nacional que son los falsos positivos.

Voto en blanco porque no puedo votar por Marta Lucía Ramírez. Yo no sé si la han visto tan poco como yo, pero de ese poquito solo me queda esta sensación: pobrecita, no sabe dónde está parada, lo que sabe, lo sabe por RCN y la W. Pero dejando ese argumento, la doctora Ramírez salió elegida como candidata de su partido en unas elecciones que fueron lo que se dice una porquería de corrupción de lo más rastrero.

Y  de ninguna manera voy a votar por Oscar Iván Zuluaga. Nada más de verle la cara uno sabe que algo muy malo va a pasar cuando sea presidente. Por supuesto, eso no es lo peor, lo peor es lo que todos sabemos, lo peor es lo que revela el video, lo peor de todo es lo que revela la respuesta del candidato cuando se le preguntó por el video, y no digo más porque pa’ qué.


Por eso voy a votar en blanco y no será -como dijo Héctor Abad en su pasada columna- por nosotros los que votaremos en blanco que este país quede a merced de la derecha, no señor. Muy posiblemente Iván Zuluaga ganará, y con él la ultra derecha gobernará a Colombia por otros ocho largos años, pero no será por nuestros votos en blanco, será porque desde Punta Gallinas, hasta Leticia, y como los noticieros no se han cansado de mostrarnos estas últimas semanas, este país se lo merece.