Porque mis convicciones más profundas no me
permiten otra cosa; porque esta vez no voy a votar en contra -ya lo hice
muchas veces y la última supe que había cometido un gran error no más escuchar
el discurso del candidato electo-,
porque es la única opción que me deja mi conciencia, porque votar a conciencia
es hoy, más que nunca, hacer lo correcto, y en estos tiempos hacer lo correcto
es darle algo de pelea al cinismo que nos tiene sin alma.
Voto en blanco porque no puedo votar por Clara
López, con quien difiero frente a opiniones que nos definen tanto como la
despenalización del aborto y la eutanasia; una mujer liberal que está en contra
es, para mí, sospechosa. No voto por ella porque hace parte de un partido (y
sí, creo que los partidos aún dicen mucho de los políticos colombianos) que ni
en su expresión más inteligente ha demostrado la capacidad para administrar un
país. Y porque he oído de sus simpatizantes las más panfletarias respuestas a
nuestros problemas.
Voto en blanco porque no voy a votar por
Peñalosa. Sin ponernos a hablar de delitos que no se le han comprobado -pero que
yo creo que cometió- está visto que en realidad cree que no todos somos iguales, "trabajé como
obrero raso en una construcción, tan raso que era el único no negro de la
obra" dijo una vez; no creo que alguien que diga semejante cosa en voz
alta y en público esté capacitado para gobernar un país que es uno de los más
desiguales del planeta. Es un tipo con pocas propuestas sociales que quiere
quedar bien con todo el mundo. Nada que me represente menos. Y pocos seres
humanos menos capacitados para gobernar con justicia que aquellos que apuntan a
decir lo que el otro quiere escuchar.
Voto en blanco porque no puedo votar por
Santos, un señor que era uribista, que lo fue hasta hace nada. Y, en mi
opinión, Uribe es demasiado en sí mismo, pero por lo menos está convencido de
lo suyo a partir de lo que le dicta su monstruo interior; sin embargo, verlo
desde afuera y declararse seguidor convierte a cualquier persona con un dedo de
poder en la frente en una amenaza pública (lo mismo va para Peñalosa, que
también es uribista solo cuando le conviene. No hablemos de Oscar Iván).
Tampoco puedo votar por alguien que es responsable -aunque sea
por una omisión del tamaño de un elefante-,
de la tragedia nacional que son los falsos positivos.
Voto en blanco porque no puedo votar por Marta
Lucía Ramírez. Yo no sé si la han visto tan poco como yo, pero de ese poquito
solo me queda esta sensación: pobrecita, no sabe dónde está parada, lo que
sabe, lo sabe por RCN y la W. Pero dejando ese argumento, la doctora Ramírez
salió elegida como candidata de su partido en unas elecciones que fueron lo que
se dice una porquería de corrupción de lo más rastrero.
Y de
ninguna manera voy a votar por Oscar Iván Zuluaga. Nada más de verle la cara
uno sabe que algo muy malo va a pasar cuando sea presidente. Por supuesto, eso
no es lo peor, lo peor es lo que todos sabemos, lo peor es lo que revela el
video, lo peor de todo es lo que revela la respuesta del candidato cuando se le
preguntó por el video, y no digo más porque pa’ qué.
Por eso voy a votar en blanco y no será -como dijo Héctor
Abad en su pasada columna- por nosotros los que votaremos en blanco que este país quede a merced de la
derecha, no señor. Muy posiblemente Iván Zuluaga ganará, y con él la ultra
derecha gobernará a Colombia por otros ocho largos años, pero no será por
nuestros votos en blanco, será porque desde Punta Gallinas, hasta Leticia, y
como los noticieros no se han cansado de mostrarnos estas últimas semanas, este
país se lo merece.