En un ataque de nostalgia sólo comparable con el que nosotros hemos sufrido desde que se separaron, los Héroes del Silencio se vuelven a reunir para darle sentido a su nombre y dejarnos como siempre (a nosotros que los queremos, que sabemos de qué hablan cuando tocan) sin palabras en la garganta, que ahora mismo sólo se puede abrir para gritar…
Desde una pantalla gigante unos ojos de felino miran todo el tiempo a la multitud, como vigilando antes de atacar, para cuando comienza la música ya todos somos su presa, entonces con la boca abierta y haciéndose agua, vemos a los cuatro integrantes de la banda silueteados detrás de otras cuatro pantallas, aparecen como la primera vez que los vimos hace 25 años, con el mismo gesto en el cuerpo que los dejamos hace 10.
Alguien a mi lado no puede contenerse y llora, a mi el cuerpo se me extiende, como siempre que escucho a Héroes sonar, por fin una guitarra eléctrica viene a componer el orden de este corazón de roca, harto harto de tanto sonido electrónico.
“Ya somos más viejos y sinceros, y qué más da, si miramos la laguna, como llaman a la eternidad de la ausencia” canta Enrique arrodillado a la multitud, en un gesto de resignación frente al tiempo, tiempo que nos ha pasado a todos, a ellos y a nosotros, aquietando las entrañas donde algún día rugió un monstruo con estas palabras que ahora cantamos con una voz más parecida a un ronroneo que a un rugido. Todo se resume así, todo allí pretende darle de comer una vez más a ese monstruo que la vejez ya ha domado.
Nadie podría explicar lo inexplicable que le da sentido a nuestros rituales, la magia es la misma hoy que hace diez mil años, sólo quien alguna vez la ha probado sabe de lo que hablo: es lo mismo un barómetro que un satélite, lo mismo la Galia Peluda que Buenos Aires, La Guerra Florida que la tragedia hecha canción y la nostalgia palacio. Unos cuantos (unos cuantos cientos) nos dejamos llevar hasta el fondo, completamos la ceremonia y hacemos lo que vinimos a hacer: volver la mirada atrás para ver cuánto hemos crecido.
Desde una pantalla gigante unos ojos de felino miran todo el tiempo a la multitud, como vigilando antes de atacar, para cuando comienza la música ya todos somos su presa, entonces con la boca abierta y haciéndose agua, vemos a los cuatro integrantes de la banda silueteados detrás de otras cuatro pantallas, aparecen como la primera vez que los vimos hace 25 años, con el mismo gesto en el cuerpo que los dejamos hace 10.
Alguien a mi lado no puede contenerse y llora, a mi el cuerpo se me extiende, como siempre que escucho a Héroes sonar, por fin una guitarra eléctrica viene a componer el orden de este corazón de roca, harto harto de tanto sonido electrónico.
“Ya somos más viejos y sinceros, y qué más da, si miramos la laguna, como llaman a la eternidad de la ausencia” canta Enrique arrodillado a la multitud, en un gesto de resignación frente al tiempo, tiempo que nos ha pasado a todos, a ellos y a nosotros, aquietando las entrañas donde algún día rugió un monstruo con estas palabras que ahora cantamos con una voz más parecida a un ronroneo que a un rugido. Todo se resume así, todo allí pretende darle de comer una vez más a ese monstruo que la vejez ya ha domado.
Nadie podría explicar lo inexplicable que le da sentido a nuestros rituales, la magia es la misma hoy que hace diez mil años, sólo quien alguna vez la ha probado sabe de lo que hablo: es lo mismo un barómetro que un satélite, lo mismo la Galia Peluda que Buenos Aires, La Guerra Florida que la tragedia hecha canción y la nostalgia palacio. Unos cuantos (unos cuantos cientos) nos dejamos llevar hasta el fondo, completamos la ceremonia y hacemos lo que vinimos a hacer: volver la mirada atrás para ver cuánto hemos crecido.
3 comentarios:
¿los viste hace 25 años decís? cómo me has engañado perdida en tu joven cuerpo...
Ya pocas cosas importan, incluso que para ti héroes del silencio Pedro Andreu, Enrique Búnbury, Joaquín Cardiel y Juan Valdivia se unieran tres años antes de lo que en realidad lo hicieron, pero que importa eso, mas importante es que sus compases viven en ti mas tiempo que en mi, perder la noción del tiempo suele ser un efecto de la pasión.
Por cierto esos zaragozanos dicen “la catedral es tu cuerpo”
Soy creyente!
j.
Nena, que lindo escribes,no??
Me encantó tu blog, me encantó conocerte, me encantó ser uno de tus personajes y más bajo el adjetivo de "Almodóvar"... ay!! si él me conociera...
Me encantaste tu, tu buena onda y me encantaría que volvieras.
Ya sabes que mi casa es tu casa... aunque conocer Colombia sería una buena idea...mmm...
Te mando besos de limón y sal desde las tierras de Frida Kalho!!
PEPA
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