domingo, 21 de diciembre de 2008
A propósito de lo que pasó en Medellín el viernes pasado con el reaglo que Juanes le entregó por segunda vez a su ciudad y al que no asistí, vuelvo a leer eso que escribí cuando hizo el primer concierto gratuito en el 2005 en la Avenida San Juan. A eso que dije en ese momento sólo tengo que agregar que mi simpatía por el querido Juanes ha ido en aumento en estos años: lo que ha crecido (de la mano de grandes asesores, personas sabias a las que se ha acercado para tratar de entender) y lo que ha hecho con su fundación (a la cual conozco más o menos de cerca) me merece no solo admiración sino respeto, amén de esa forma que aprecio, por agradable, en que nos devuelve la esperanza cada vez que se le oye hablar o cantar. Por creer de verdad que el mundo puede cambiar, por creer en el ser humano y sus posibilidades con una convicción casi ingenua pero férrea, en un acto absolutamente generoso como lo es toda su personalidad, yo tengo ya mucho más que agradecerle.
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