¿Qué sería del mundo sin cada uno de nosotros?, la muerte nos trae la respuesta muy tarde, el negocio nos arrebata la posibilidad de demostrar nuestra mejor sospecha, los presupuestos justifican el cualquiera lo puede hacer, la oferta es más grande que la demanda, hasta en el amor, que al final se muere y nos deja a todos, oferentes y demandantes sin el pan y sin el queso. La vida tiene que seguir se lleva nuestra melancolía y con ella el último de nuestros suspiros, entonces sí sigue, pero no la vida, sino la carrera inútil contra el olvido, nos acostumbramos tanto a nuestra propia brevedad que olvidamos que los demás nos necesitan, despachamos a la solidaridad en nombre de la productividad y las ganancias (en la bolsa y en el ego) sólo dejan pérdidas en el espíritu.
domingo, 29 de octubre de 2006
Imprescindible
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