martes, 22 de mayo de 2007

Milonga de la soledad

La soledad es la mejor compañía, fiel como ninguna, imposible quererla una vez y no quererla dos, una vez que te concede todos tus deseos es inevitable no volver a buscarla. Comprensiva como la mejor de las nanas es el único camino del exceso que no se agota, imposible más libertad, imposible más paz, es el único amante al que uno puede serle infiel cuantas veces quiera, y al cabo de todas ellas regresar a sus brazos tan abiertos como silenciosos sus labios, ni un solo reproche le escucharás jamás, ningún juicio, nunca un no, nunca la suplica de que cambies, no habrá nada de ti que la pueda asustar. No hay lugar para conocerse mejor, ningún otro posible, porque sólo en su presencia podemos ser quienes realmente somos, a cambio no pide nada y si uno la sabe consentir, no hay nada que no tenga para dar, tan sólo conociéndola se puede estirar y encoger el tiempo a placer… y hablando de placeres, cuál de ellos no se experimenta si uno deja de combatir inútilmente con ella, no conozco ninguno. Fue mi primer amor, y no ha habido otro igual, aunque diga lo contrario, aunque la haya negado más de tres veces, no podría vivir sin ella, y a estas alturas me pregunto, ¿quién podrá superarla?

martes, 1 de mayo de 2007

Mensaje en el contestador

Me han cerrado tantas veces la puerta en la nariz que me quedaría ronca antes de terminar toda la historia, mucho menos si tenemos en cuenta que a mí gustaría contarla con pelos y señales. He visto portazos de todos los colores y todos los sabores y así mismo he pasado por todas las reacciones posibles que un ser humano puede adoptar ante el que considero uno de los mayores improperios de los que se puede ser víctima, y digo víctima por usar cualquier palabra que explique la relación causa y efecto ente un portazo y uno.

Al principio, cuando todavía adolecía, me daba por cogerla con el timbre, o sea, no entendí el mensaje, ¿Qué quiere decir que me cerrés la puerta en la cara?, mejor dicho, para mí esa no era una respuesta válida (todavía me cuenta entenderla como tal pero…). Después vino la época de dejar a la rabia hacer, era capaz de levantar cualquier puerta a patadas y a veces era tan literal, que cuando ésta volaba en pedazos, me recibía un ser humano indignado y muerto de susto que no se parecía en nada al que yo sentía que había perdido. En inglés existe la expresión precisa de lo que vino después, to get tired, que normalmente se traduce como cansarse, pero que en un sentido más literal sería como conseguir el cansancio, yo conseguí por fin después de muchas heridas el cansancio y cada vez que me cerraban la puerta en la cara, sin decir adiós, yo me quedaba un rato ahí mirándola, preguntando en voz baja por qué, esperando en vano una respuesta que todavía no ha llegado.

Un día se me ocurrió que debía ser yo y me partí en muchos pedazos tratando de encontrar adentro la causa de tal desolación, en esos días recuerdo que el solo hecho de que alguien dijera que iba a llamar y no llamara se convertía en una sensación insoportable de abandono y soledad (como si no supiera que los paisas dicen que van a hacer de todo, llamar, trabajar, madrugar, comprometerse, saludar cuando nos volvamos a ver, volvernos a ver, y luego no hacen nada de eso y tan tranquilos todos).

Han pasado mucho tiempo, cosas, lugares y personas después de eso, hice muy bien en alejarme un océano entero para juntar los pedazos otra vez, mucho amor y mucha buena compañía le devolvieron la dignidad a mi ser, la entereza vino de la misma energía que antes utilicé para partirme en dos el corazón y AHORA, lo escribo con mayúsculas, porque las puertas se siguen cerrando en mi nariz, pero yo tengo la inocencia justa para sorprenderme cada vez, la generosidad para entender que “no” también es una respuesta y el corazón enterito de amor como para dejar una nota (de despedida porque el camino es largo y las puertas no son buenos interlocutores) debajo de la puerta dando las gracias porque lo que soy yo, me la pasé muy bien.