lunes, 6 de septiembre de 2010

no habiendo más



Después de tanto tiempo sin escribir una sola palabra aquí, es decir, una sola palabra para mi, me enfrento otra vez a una hoja en blanco, tiemblo ahora como cada vez que se aparecía en mi imaginación, me refiero a la hoja que desde toda su vacía blancura aún me amenaza, no sos capaz, dice, repitiendo la oración (en todos los sentidos de esta palabra) que no han parado de susurrar mis fantasmas en estos últimos meses: no sos capaz de decir todo lo que tenés atragantado. Cada vez que he tenido un impulso de hacer algo al respecto recuerdo que he dejado pasar todos los temas, qué puedo decir ahora cuando no dije nada antes, pasaron por encima de mi, literalmente, un mundial de fútbol, un Congreso Iberoamericano de Cultura, una convención de músicos y el Museo de Antioquia con el peso de todos sus gordos de Botero, y yo, no dije nada. Bunbury tiene nuevo disco, conocí a Vetusta Morla y a Sao Paulo, me fui de mi casa a mi propia casa, Lila Downs cantó, el Festival Iberoamericano nos embelleció, y Saramago murió… si, se fue el mago de las palabras para siempre y yo no pude decir nada, como si con él se hubiera llevado todas las palabras, lo que equivale a perder un amigo y no poder llorar por él, pero ni siquiera ahora puedo honrarle, porque para hacerlo, parafraseo el discurso de alguien más que sí lo pudo hacer.

De todas maneras, a quién le importa lo que tengas para decir, eso dicen los fantasmas, y yo me encojo hasta la pequeñez total, con ganas de sentarme en un rincón a llorar las palabras que no puedo parir, como si alguien muy poderoso callara mi voz con la palma de su mano puesta en mi boca hasta no dejarme respirar, entonces vuelvo a recordar un sueño que tuve hace años… yo estaba en el mar, el mar adentro, estaba sola y sabía que no iba a resistir mucho tiempo antes de hundirme sin aliento para mantenerme a flote, estaba cansada, pero luchaba por aguantar un poco más, pensaba que alguien vendría a salvarme, alguien en particular, sin embargo pasaba el tiempo y él no venía… ya no recuerdo si me di por vencida o el cansancio me venció, solo sé que dejé de pelear y comencé a hundirme sin remedio; han sido los segundos más desoladores y al mismo tiempo más desaprensivos de mi vida, ha sido la única vez en que mi ser ha abandonado por completo la esperanza, como si hasta el azar me hubiera abandonado a mi… el agua ya sobrepasaba mi nariz, no podía respirar, como si el mar poderoso, me tapara la boca con la palma de su mano… lo último que recuerdo es que lo vi, nadaba hacia mi, desperté de un brinco en mi cama, cuando en la vigilia respiré en un involuntario reflejo de supervivencia, apenas tuve tiempo de fijar el sueño en mi memoria cuando volví a quedarme dormida, en el sueño despertaba en una hamaca, el mar se oía cerca, era de día, me sentía débil, pero había algo sumamente cálido y acogedor en el ambiente, busqué con mi mirada y a mi lado estaba él, que cuando se dio cuenta de que estaba despierta, preguntó con la voz del que es capaz de toda esperanza: ¿puedes caminar?...


Por favor que alguien venga por mí y pregunte ¿puedes escribir?