lunes, 13 de agosto de 2007

Un hombre de verdad

Lo que dije en la publicación anterior tenía un poco de espuela, pero sobretodo de anzuelo, estaba esperando esa pregunta y me alegra que vos que tenés tan poquitos años (quizá por lo mismo) tengás las agallas para preguntarlo, esperar una respuesta, y como en este terreno te conozco, escuchar lo que hay para decir.

Pero antes de decirte qué es para mí ese a quién llamé un hombre de verdad, me siento en la obligación de aclarar algo más. Cuando dije que no estaba de acuerdo con el feminismo, la razón que mencioné eran sus, a mi modo de ver, poco impactantes logros, pero eso no significa, para los que lo creyeron (debido a lo que ya dije de la espuela), que esté en contra del movimiento, decir que el feminismo ha tenido pocos logros, no es un juicio de valor, es decir, con ello no quiero inscribirlo en las categorías de bueno o malo, es una mención de un hecho, comprobable por demás, y en el que reconozco que puedo estar equivocada y que desconozca estadísticas al respecto, (se le agradece al que las tenga, me las pase). La verdad es que los logros o fracasos del movimiento no son el punto; la lucha que yo persigo tampoco ha tenido logros contundentes, la justicia, la equidad, la igualdad de condiciones de derecho, no han mejorado casi nada desde que salimos del paleolítico y sin embargo, como una hormiga, que hace bien poco, yo permanezco ahí, dándole, como el cántaro al agua. El punto es que yo no me inscribo en el movimiento feminista porque no estoy de acuerdo con su principio fundamental: las mujeres somos iguales que los hombres; yo creo, defiendo, todo lo contrario: las mujeres y los hombres somos completamente diferentes, y es a partir de esa diferencia (como a partir del resto de las diferencias entre los seres humanos) que hay que encontrar la armonía, es decir, el ajuste, como los rompecabezas. Yo creo en la equidad, en la justicia, en la igualdad, más no en la uniformidad; la igualdad que prefiero es la de oportunidades y condiciones, quisiera que todos los seres humanos tengamos la posibilidad clara, sin excusas ni matices, de ser desde un banquero hasta un ladrón, pasando por cualquiera que se encuentre entre ambos y que sea el individuo, desde toda su preciosa particularidad quien decida, pero no las circunstancias las que lo condicionen, esa es mi búsqueda, pretenciosa, pero qué le vamos a hacer. Yo soy hasta de lo más optimista y creo que se puede.

Después de este intento de aclaración paso a lo tuyo: Para mí, un hombre de verdad tiene ojos que saben mirar (como en delirium tremens), por eso las mujeres que se encuentran con él, al cabo de cinco minutos ya no están haciéndose más preguntas, uno sabe lo que él está sintiendo, incluso cuando tiene miedo, incluso cuando está indeciso, es muy distinto saber con seguridad que un hombre está indeciso frente a nosotras, a estar preguntándonos si lo que le pasa es que está indeciso; un hombre de verdad no nos arroja al temible reino de la conjetura y la especulación, porque está preparado para algo como pedirte el teléfono y decirte que no te va a llamar porque está casi seguro de que no va a ser capaz. Al otro día una todavía tiene ganas (y esperanzas) de que llame, pero si no, no tiene que preguntarse (y en el proceso autocastigarse) qué fue lo que pasó. Ese hombre ha aprendido que es más fácil ganarnos que engañarnos, por eso aunque sabe que lo esperaremos siempre nunca dirá que volverá sino es cierto.

Este hombre ha logrado juntar sus partes. Su cuerpo, su mente y su corazón van siempre juntos, por eso es capaz de estar con varias mujeres al mismo tiempo y hacerle sentir a cada una que es la única. Sus lágrimas provienen de muy adentro del corazón, por eso es tan difícil que encuentren el camino hasta sus ojos, pero cuando lo hacen, un hombre de verdad es capaz de desatar el nudo en su garganta, y dejar que las lágrimas corran libres y serenas por su rostro.

Sabe que el amor es siempre la respuesta, y conoce el poder de la palabra que lo designa, por eso no la utiliza en vano, no habla de él a menos que su corazón, nunca su cuerpo, se lo pida, y cuando lo encuentra de verdad, es capaz de dejarlo todo por él, como un valiente caballero que se enfrenta a un molino de viento (con la misma locura, con el mismo miedo, con la misma posibilidad de perder). Ese hombre tiene los pies muy bien puestos sobre la tierra, y cuando nosotras estamos enredadas en la telaraña de las nubes que tejemos, él es capaz de decir basta, y con mano suave pero firme, desatar nuestros enredos.
Un hombre de verdad exige que la mujer que se lleva a la cama sea una buena cobija y almohada, a cambio, él está dispuesto a aprender de ella como si cada mujer fuera la primera mujer. Tiene brazos tan grandes, que abarcan todo nuestro mundo en un abrazo de complicad y complacencia y justo después de hacernos el amor, nos acaricia y nos besa como si nos acabara de conocer. Es capaz entonces de decirnos cuan hermosas, adorables, e indispensables somos sin que por ello sienta que pierde su dignidad, porque está seguro que no importa cuanto podamos elevarnos, él siempre será capaz de alcanzarnos, de conquistarnos, de rendirnos una y otra vez más. Y cuando se quiere ir, no desgasta nuestro amor hasta que seamos nosotras las que tomemos la decisión de terminar porque al final siempre se asegura de decir adiós en lugar de abandonar.

Hay muchos hombres así (o que están aprendiendo a serlo, como vos), yo conozco varios, a los que quisiera, pero no puedo, poner con nombres y apellidos aquí, para que se sepa, porque aunque son muchos no son la mayoría. Y Todos ellos, sin excepción, tienen mujeres increíbles, e increíblemente felices a su lado…

7 comentarios:

Kleper dijo...

Dicen que de las buenas respuestas ademas de la claridad y la distinción de la cosa por la cosa que se pregunta deben aparecer en el acto mas preguntas, ademas por que asuntos como estos jamas quedaran resueltos, ya que cometeríamos el error de buscar un patrón, un estándar o una medida cosa que es tan mal como hablar de amor por hablar, tan malo como respirar solo por que el cuerpo respira de manera análoga a como funciona la inercia, debo decir que cada que leo esta entrada y la anterior me pregunto si puedo lograr hacer sentir ese tipo de cosas a una mujer, creo que para ello debo sentir yo primero.
así que antes que decir miles de cosas, me pregunto, de nuevo, como cual es la mujer de verdad? o quien es una mujer de verdad, por que muchas veces nos encontramos los hombres con ciertas mujeres con las que perdemos el tiempo y todos nuestros esfuerzos para no dejar salir el cavernario que tenemos dentro y ahí todos los esfuerzo de tratar diferente a una mujer se pierden entre la simpleza y lo burdo.

Anónimo dijo...

Ana, he tenido muchas ganas de responder tus últimos profanos y no sé si lo logre esta vez pero ahí voy, rumbo al abismo. Creo que mi respuesta va en dos sentidos y el primero de ellos tiene que ver con el feminismo y las feministas. Como este, en mi caso, va más asociado a la razón que a la emoción, prefiero dividir en dos esta respuesta y enviarte más adelante, como complemento, un bello texto de Marcela Lagarde, una feminista y una de las escritoras más apasionantes que conozco.

Yo también digo como vos que no soy feminista y lo digo por razones diferentes a las tuyas. No soy feminista por una razón algo básica: “aun me falta mucho pelo pal moño”. Mis amadas amigas feministas dicen que el feminismo pasa por el cuerpo y creo que a mi, que me pasan tantas cosas por el cuerpo, aun no me termina de pasar el feminismo ni ningún otro movimiento. Pero si defender nuestros derechos es ser feminista, lo soy y vos, a quien conozco, también lo sos.

Pero hablemos de las razones, antes de ir hacia el otro tema, ese difícil sobre los “hombres de verdad”. Creo que todos, y me incluyo, hacemos juicios bastante severos contra el feminismo desde imaginarios superficiales. Yo valoro las reivindicaciones de las feministas, creo que muchos de los derechos que hoy asumimos tan tranquilamente fueron batallados arduamente y sin una gota de sangre por las feministas de los 70. El derecho a elegir y ser elegida, a las pastillas anticonceptivas y hasta la despenalización del aborto, que todavía no acaba de ser realidad en nuestro país, son solo algunas de las reivindicaciones feministas. Y entre ese Feminismo de la igualdad, fuerte y contestatario, el de las primeras luchas, al Feminismo de la diferencia, profundo, estético y casi místico a veces, hay muchas vertientes y siguen naciendo nuevas teorías y reflexiones sobre el asunto. Ese, el de la diferencia, al que pertenece Marcela Lagarde, la que te nombré arriba y yo, ojala, cuando me pueda dedicar a estudiarlo y decidirlo, plantea algo muy similar a lo que escribiste: “somos diferentes y vemos el mundo muy diferente, pero queremos igualdad de oportunidades”.

Como te digo, sé poco y es posible que esté cometiendo muchos errores de interpretación, pero lo que si estoy segura es que un par de textos feministas que conozco y porque te conozco, te pueden conmover tan profundamente como a mi.

Ahora sí, el tema frente al que necesito pocas razones y frente al cual respondo solo desde mi experiencia: hombres de verdad. Empecemos por el título. Me preocupa un poco… una terapeuta junguiana los llama hombres con corazón. Pero bueno, no quiero entrar en una reflexión filosófica sobre si existe o no la verdad. Creo que si se trata de hombres que quieren ser honestos, sobre todo consigo mismos, entonces me acojo al título que les pones.

Y entremos en materia. Estoy esencialmente de acuerdo con vos en las características de ellos, los hombres de verdad, y ahí solo podría complementarte. Conozco algunos, muy pocos, caben en los dedos de una de mis manos, que entrarían cómodamente en tu definición y, afortunadamente, dos de ellos están cerca de dos mujeres que amo mucho. Afortunados ellos también. Son mujeres a quienes he visto crecer, profundizarse y con ellas he crecido y me hago cada día más mujer.

Ellos están lejos de ser perfectos, muy lejos, pero lo saben y lo asumen tranquilamente, porque tienen esa especial sensibilidad que tienen los hombres que como vos misma decís, van completando sus partes y se saben frágiles e indecisos. Creo, como vos, que este tipo de hombres, que han integrado los sentimientos y no el sentimentalismo, son capaces de dudar y se hacen preguntas, pero las hacen de frente y no nos desgastan en esa difícil tarea de interpretarlos. Porque saben que muchas mujeres, cada día más, preferimos la verdad que un misterio ambivalente que solo nos hace estrellar una y otra vez contra una pared de desamor. Son hombres, los he observado, que son capaces de ser femeninos, pero escogen del femenino no una emocionalidad viciada, sino la capacidad de profundizar en si mismos, buscar respuestas, hacerse cómplices y, sobre todo, avanzar en eso de tomar decisiones para que la vida no las tome por ellos. Ellos también tienen miedo, pero son capaces de reconocer un tesoro cuando lo ven y buscan en su interior al caballero que a pesar del temor es capaz de sacar la espada y vencer al dragón. Se dejan tocar por una mujer, o por el amor, porque tampoco creo que sea exclusivo de heterosexuales, porque saben que el amor es la mejor guía hacia el mejor de los centros. Y también son capaces de decir adiós luego de luchar por redescubrir el camino, saben que prefieren el sentimiento a la costumbre o a otro apego cómodo y dañado, y por eso no se quedan con la seguridad cuando saben que el amor se transformó en hábito.

Te confieso Ana que estoy haciendo encuesta. Estoy hablando con mis amigos y les hago la misma pregunta. ¿Qué es para ellos ser hombres? ¿Qué es eso de lo masculino? ¿Y qué es lo femenino? ¿Qué nos diferencia y por eso hace tan deliciosa nuestra unión? Si obtengo respuestas te las paso. Por ahora solo estoy haciendo las preguntas. Yo, a la vez, me estoy preguntando muy profundamente qué es ser mujer. Y me lo pregunto cuando veo a mi hermosa hija de seis años vestirse para salir y pienso como llevarla de la mano hacia su centro de mujer para que pueda pasar tranquila por ese espejo de la Barbie que le propone esta sociedad. Me lo pregunto frente a mi madre, mis hermanas, mis amigas. Me lo pregunto frente al trabajo y pienso como hacerlo desde lo femenino.Me lo pregunto frente al espejo, cuando me visto, y veo lo aprendido, lo bailado. Me lo pregunto tantas veces diariamente y, claro, también me lo pregunto hoy cuando veo como se acerca a mi un hombre de verdad, o un hombre con corazón o Sir Gawain*, como queramos llamarlo. Cuando me muero de miedo viéndolo venir con tanta decisión y me siento un poco torpe y me sorprende su belleza. Y claro, viene la pregunta. ¿Qué es ser una mujer de verdad…? Porque lo que si tengo claro es que él es un tesoro y que quiero que se quede, y mucho tiempo.


*Sir Gawain, caballero de la Tabla Redonda, quien descubrió que es lo que más quieren las mujeres. Es una bella leyenda celta sobre el amor.

Anónimo dijo...

Hola nuevamente ana.
Entre tiempo y tiempo he estado leyendo tus anteriores escritos, en realidad no tengo muchos momentos para hacerlo, llevar trabajo a casa es un defecto de fábrica, pero cuando una cosa te “gusta” la haces antes que las cosas que “debes”

Enumeraré algunas cosas que te quiero decir, no es que sea organizado solo que de alguna manera así me entiendo!

1. Si de algo sirve solo tu rostro conozco con una sonrisa arcana que no acabo de entender por que está acompañada de un helado. A pesar que tus escritos me ponen en ventaja conociendo mas de ti que tu de mi, no puedo decir que te conozco. Claro! Podría estar mintiendo y ser el vecino del edifico del frente que saludas tal como saludarías a alguien que vez a menudo pero que igualmente sin ser espacial hace parte de tu rompecabezas diario, y sin el cual sería difícil empezar el día. Por tanto intentaré no darte pistas, no por que no quiera que me conozcas, solo por que las palabras de un extraño siempre están bañadas de una esencia particular, como si fueran verdades reveladas o mentiras encantadoras.
A demás cuando un enamorado o amigo te habla son palabras conocidas y en ocasiones suenan repetidas, y quiero que mis palabras sean como las tuyas para mi, parecen recién salidas del libro original de las palabras, como si fueran la primera vez dichas, casi como esa sensación de algo que no sabes si es una revelación o es un pecado.

2. Si es estrictamente necesario, revelare mi identidad, (no se de que sirva) pero si eso llegara a evitar seguir recibiendo tus textos, te diré quién soy, pero temo serte conocido y perder el interés manifestado por ti haciéndome ese increíble honor que me haces al responder uno de mis comentarios. Verás, tal vez sientas mi manera de escribir un tanto decente, créeme, no suelo hablar así, solo que me da un poco de vergüenza no organizar mis palabras, así me cueste casi una hora, pues estoy compartiendo pantalla con personas que escriben tan bonito, no pienses que soy falso al escribir, piensa que me libero al sentarme e intentar comunicarme contigo a partir de tus opiniones, tal como tu dices solo dejo que mi pecho se abra (es de lo mejor) y te lo agradezco pues algunas veces no lo siento ni con mi novia, verás, cuando escribo te imagino pacientemente recostada posando tu mentón sobre tus brazos cruzados que dejas con las palmas abiertas tocando el mueble en el cual escribo y te veo también con esa rara sonrisa al frente del teclado como viéndome y pensando “ que me dirá ahora?, con que saldrá?, Espero que me haga reír!” y es de esa manera que me invitas a escribir estos largos comentarios (lamento si me extiendo mucho, de esa manera solo lo leerás tú y alguien a quien verdad le interese)

3. Con respecto a escritos anteriores, algunas veces he dicho “gracias a Dios no soy paisa” pero no lo digo en realidad con el deseo de agredir o molestar a alguien, sino mas bien con el deseo de hacer pensar al otro e invitarlo a discutir, cosa que me encanta, veras! Con un amigo solemos ir a tomar cerveza al periodista y discutir a veces acaloradamente de un tema, tomando yo una postura y el otra radicalmente opuesta pero en otra ocasión yo tomo la suya y el la mía, así solo discutimos por hacerlo y es bastante agradable, ya sabes algunas de las cosas mas bellas no sirven para nada como los atardeceres y una música escurridiza de un apartamento lejano puesta por alguien con buen gusto. En una ocasión conteste un correo en cadena que discutía por que los paisas eran mejor que los cachacos y viceversa, me pareció una tontería pues se discutía con el fin de ofender al otro por lo que era ya fuera para bien o para mal, una falta total de tolerancia, y contesté diciendo que prefería que mi tierra se dedicara a alimentar al país que a cultivar envidias y esteriotipos pendejos! Y es cierto! estas montañas no solo sirven de cobijo a la brisa del oriente y norte antioqueño, hay muchas personas que nos hemos quedado aquí pero lástima que otras nunca se van teniendo en el infierno su lugar, mientras otras regresan a su tierra natal y nos dejan medio mal, sin importar que tan lejos sea, Francia, Inglaterra, Canadá o Pereira! Simple mente se van, parece que no se percataran del vacío que no pueden llenar ni mil E-mails o 100 viajes de vacaciones para visitarlos, simplemente no están con uno.

4. Todo se dice si! Bueno nadie es perfecto, verdad? Lastima que algunos defectos sean tan molestos y se metan con tu corazón, bueno! Es tan fácil ser un desgraciado cuando quieres hacer a alguien feliz, lo hechas todo a perder y esperas que ella se sienta culpable por esta vez, solo para tener otra oportunidad de hacerla feliz y que olvide la pena anterior, no digas nada! Muchos pensamos en ocasiones que es valido hacer eso pues estamos seguros que a la próxima lo lograremos y todo será enmendado, sé que esta mal pero… nada! esta mal y punto.

5. No me queda mas que confesarte dos cosas: la primera es que por alguna razón me pongo los zapatos para sentarme y escribirte, no se por que, solo lo hago. Lo Segundo espero tu respuesta y sobre todo tu siguiente escrito.
PD. perdona nuevamente lo extenso y si te dí pistas no las tomes muy enserio que te puedo estar mintiendo... o no?

j.

Anónimo dijo...

a carmen.
esa leyenda* puede ser un bello estandarte para relacionarse con el otro, yo lo hago como medio para relacionarme con las mujeres y los hombres, Conocerlo y aplicarlo ha sido una cosa mutuamente enriquecedora, es el único acto sabio que parece ser cometido por mi persona.
*Sir Gawain.
j.

Ana Lucía Cárdenas dijo...

Kleper y Carmen

No sé qué significa ser una mujer de verdad, no lo puedo saber cuando soy una mujer a medio hacer, esa es la discusión que no quiero tener, yo sólo pretendo ser… ser lo que soy, y lo que quiero ser… no se puede pensar en “hacer sentir” a alguien, sino como vos mismo lo dedujiste, en sentir uno mismo, a mí me gusta adonde he llegado hasta ahora, no sé cuanta gente puede decir en voz alta y con una seguridad como la mía: soy una persona feliz. No hay claves para lograrlo, no hay manual, creo que cada uno encuentra el camino, eso sí hay que estar buscándolo, eso es lo único “aconsejable”, es una de mis pocas certezas, el único ejercicio en el que he sido constante y consistente: siempre me estoy preguntando, siempre me estoy revisando y he estado dispuesta a cambiar de rumbo cuando algún atisbo de repuesta aparece en otro lugar. Sin embargo no puedo negar que el camino que he recorrido ha pasado siempre por la pregunta constante por el femenino, y no siempre estuve tan reconciliada, cuando tenía veinte años, no quería ser mujer, ahora que lo recuerdo parece muy lejano, ni siquiera recuerdo el sentimiento, porque ahora me siento tan a gusto en este cuerpo y alma femeninas, que no quisiera dejar de ser mujer nunca, pero para llegar hasta aquí tuve que sanar mis heridas, incluso algunas de mi madre, no ha sido fácil, pero sí rico, me lo he disfrutado, como ahora me disfruto cada minuto de la vida… preguntándote quién eres descubrirás lo mejor que tienen los otros para darte, no siempre te encontrarás la mujer que estás esperando, nosotras también estamos aprendiendo, pero en la medida en que te encontrés masculino como sos (que es más importante que encontrar a cualquier mujer), entonces irás construyendo en tu realidad esa mujer de verdad que estoy segura aparecerá más temprano que tarde, yo no sé muy bien cómo se hace lo que te voy a decir, pero cuando te encontrés con una mujer que parece que no valga la pena el esfuerzo que estás haciendo pro tener “la altura”, muéstrale el camino, hazle las preguntas que te hacés todos los días en el espejo, las preguntas que me hacés a mí, para que ella se las comience a hacer, cuestiónala y seguramente ella se va a asustar y probablemente huya, pero se irá con un interrogante que tal vez sea el comienzo de su descubrimiento como mujer.

Y vos carmencita, qué regalo de mujer que sos, también para las mujeres que te rodeamos, por eso no me sorprende que hayás encontrado un “hombre de verdad” dispuesto para vos, no sé que es una mujer de verdad pero estoy segura de que vos no estás muy lejos de ser un ser humano completo, lo único que hay que hacer es seguir viviendo, y como mujer te digo, no saber qué hacer también se vale, y es que los seres humanos somos tan topes cuando nos llega el amor, pero estoy segura que el hombre que está a tu lado sabrá lidiar con tu torpeza, como vos con sus dudas.

Ana Lucía Cárdenas dijo...

Querido j.

He vuelto a leer lo que escribiste antes de contestarte, tenía solo un par de cosas qué decirte, pero me he dado cuenta de que aunque siempre he pensado lo contrario, las palabras no alcanzan…. Pocas veces he sentido tanta necesidad de darle el poder a alguien de entrar en mi para no tener que explicar lo que sé que un millón de palabras no podrán, quisiera que pudieras meterte aquí adentro para yo por fin poder guardar silencio y que sin embargo todo quede dicho.

Si pudrieras ver mi corazón en este instante estarías frente a algo como una tormenta en mitad del mar, es una combinación de belleza, cielo gris asustador y tormentoso y lluvia refrescante rodando por tu cuerpo. Me gusta todo lo que decís, o bueno, casi todo, me gusta que seás un “tipo inteligente” como dice un amiga que te leyó, y que sea verdad lo que yo percibía: sos un ser hermoso. También siento esa cosquilla en el corazón que uno siente cuando va encontrando cosas importantes en común con alguien recién conocido, por ejemplo, a mi también me gusta discutir, casi como un deporte, sin que por ello se resienta el afecto, el respeto, la admiración por el otro ni mucho menos la esencia de los seres que estamos ahí.

Hace unos años, cuando todavía no existían los identificadores de llamadas, empezó alguien a llamar a mi casa, cuando mi mamá y mi hermano contestaban colgaba inmediatamente, y volvía a llamar, cuando yo lo hacía, simplemente guardaba silencio pero no colgaba, yo preguntaba quién era un par de veces y al no obtener respuesta colgaba, y el personaje dejaba de llamar, después de varias llamadas me di cuenta de que podía preguntar muchas veces quién era y la persona no colgaba, se quedaba escuchando mi pregunta todas las veces que quisiera hacerla, un día llamó cuando yo estaba muy triste, y empecé a contarle, a hablar con él (digamos que era él ya que no tenemos un pronombre para “eso”) siempre me escuchó, y llamaba más o menos día por medio, al cabo de un par de meses me acostumbré a su presencia en mi vida, nunca habló, nunca, ni siquiera respiró, nada, y siempre escuchó, hasta que yo quisiera colgar, hasta que un día decidimos mudarnos de casa, yo no supe el nuevo teléfono hasta un par de días antes y justo en esos días, el anónimo personaje no quiso llamar, me fui de esa casa y nunca volvió a saber nada de mí. Te cuento esta historia para que me entiendas eso que no sé cómo explicar: no es que yo no quiera, no es que no pueda, no es que no me guste ese lugar de misterio, ese terreno de la imaginación donde por lo visto preferís estar, lo que pasa es que yo estoy en otro lugar ahora, es como cuando dejás de chuparte el dedo, no es que no lo hayás disfrutado, ni siquiera que pensés que sea malo, es que ya estás en otra cosa, ya no te apetece.

Yo sé que vos en cambio estás en un lugar donde lo perfecto sólo puede estar ahí, en la imaginación combinada con un pedacito de realidad, en el lugar donde podríamos quedarnos nosotros no sé cuánto tiempo, porque no crees posible que en la realidad sea igual, porque sé que creés que no sos capaz de llevar a tu vida real eso que te tiene aquí en este juego de rostros ocultos, ya te dije, yo estuve ahí, y fue fantástico, pero ahora yo me estoy jugando la vida en el terreno de la cotidianidad, mis amigos, mis amores, son ahora de carne y hueso, tienen nombre, apellido, un rostro, un todo de voz, un canto de risa que aunque están lejos, yo recreo para mí cada vez que leo sus palabras. Mi vida pasa ahora por el olor y el sudor de seres reales que fruncen el seño y me señalan con el índice, alzan la voz y guardan silencio, luego se ríen, me tiran besos, me envuelven con sus brazos… ahora la mía, es una vida de abrazos y pellizcos.

En esa vida real, yo no estoy en el mueble esperando tu repuesta porque tu novia te mataría, es tan simple como eso, lo peor es que si fueras real, hasta nos pudiéramos arriesgar a eso, pero para eso, tenés que tener razones, me entendés, para uno estar con alguien, con un amor, con una amiga o con un trabajo, se necesitan razones, y cuando uno las encuentra deja de planear y empieza a vivir, termina de soñar para comenzar a experimentar, así pues, Lo Profano es tan público como mi vida puesta en la Internet, podés leerlo siempre, y tus comentarios son bienvenidos siempre, si es lo que necesitas para por fin abrir el pecho en vista de que ni con tu novia lo hacés, bienvenido, pero yo no soy tu interlocutor, ni voy a decidir por vos, cuando encontrés las razones, le ponés cara a eso tan bonito que escribís y entonces podremos tener una conversación, (cuando yo me pueda imaginar tus pies con los zapatos que te ponés para escribirme) mientras, como dice Joaquín Sabina: estos son los últimos versos que te escribo.

En cuanto a tus pistas, te las podés guardar, merecen la misma atención que mi súplica (esa, la que te hice de no ponerme en el trabajo doloroso de adivinarte), y antes de seguir jugando con ello, tené en cuenta una cosa (ya que mi súplica no cuenta). Tengo una inteligencia bastante aguda, no se me ha escapado ni una rata muy bien disfrazada de gentleman, además soy mujer, por consiguiente tengo bastante desarrollada la intuición y para rematar, ¿has escuchado decir eso de que no hay que creer en ellas, pero que las hay, las hay?, tesoro, yo soy una de ellas…

Anónimo dijo...

Contra la claridad e tus palabras y la dureza de tu posición, ante tu mundo transparente calido y cercano, soy quien ocupo el espacio dentro del vaso, cristalino, rígido y frió.
Veo escucho pero no siento pellizcos ni abrazos de estas teclas tan duras, que solo seden un poco, pero dejan en la pantalla una marca imborrable ante lo que ya he decidido dejar escrito.
Espero paciente que se vierta agua en este gigantesco vaso, no para ahogarme, solo para flotar hasta lo alto y poder sentarme fuera del cilindro de cristal a esperar el primer pellizco del mundo, sentir su calor y con un poco de suerte robarle un abrazo a ver que es eso tan bueno que siempre he visto desde el vaso.

No debes de fijarte mucho sobre lo que digo de mi novia, la felicidad me rodea en su compañía, en realidad, diría que la felicidad me persigue en su compañía y con gusto le permito una captura violenta cada que lo desea pues yo lo deseo. A demás está fuera de contexto, Claro! mucho de lo que escribo debe de estarlo! en cambio tu eres como una bofetada de vida, en realidad no he recibido nunca una bofetada tuya, a lo mejor la merezca, pero tus textos esos si los he recibido y se que no los merezco, a lo mejor pronto deje de ser solo la letra 10 de nuestro alfabeto, odiaría ser el “tipo” del teléfono, permíteme, concédeme y guárdame este espacio para explorarme, para escribir de manera tan sincera, déjame ganar madurez y valor que tanto me falta, admito que mi talla no es reflejo de mi coraje, pero si de mi deseo de explorar este rostro que apenas conozco de mi, deja que me acostumbre a él.
Y él a mí.

PD: a caso alguien dice que no las hay?
j.