martes, 25 de abril de 2006

X festival iberoamericano de teatro
LO PEQUEÑO

Yo compré un abono para el festival, entonces desde antes que se abriera la venta de boletas al público tenía derecho a escoger las obras que quería ver, como estoy lejos de Bogotá todo lo hice por Internet y teléfono, vi las reseñas en la página, y fui escogiendo de entre todo lo bueno que había, al final tenía como 20 seleccionadas y por supuesto sólo podía comprar 6 ó 7, así que decidí hacer una lista y poner desde las que no me quería perder por nada del mundo, hasta las más prescindibles y ahí quedaron las 7. En el orden estaba primero una de unos payasos españoles, de segunda una argentina, y de tercera Todo a su Tiempo, de Peepolykus, y es que apenas vi que era una comedia inglesa no quise perdérmela, seguro que me iba a gustar, además que tengo un instinto agudo para esas cosas. Efectivamente cuando llegué a Bogotá, varias de las obras que escogí ya se habían agotado, impresionante, teniendo en cuenta que como dije, las había escogido a puro ojo, sin ningún antecedente, y no es que esté diciendo que las cosas son buenas por que la mayoría así lo decidió, pero en estos casos de querer diversión simple, el público del festival suele estar bien ubicado.

No me arrepentí de haber comprado las obras que compré porque efectivamente estaban muy buenas. Ya dije que estaba lloviendo a cántaros en Bogotá, y hacía mucho frío, yo andaba un poquito sola, no sólo porque mis amigos estaban ocupados, sino por opción, no tenía muchas ganas de andar con alguien, quería pensar y un poco masoquista, ver hasta donde aguantaba tanto desierto emocional, ver y no tocar. No he de negar que a veces me entraba angustia, la angustia que te alerta diciéndote que te estás perdiendo de algo importante, no tener cerca alguien con quien compartir tanta belleza que el mundo nos regala, es perderse lo mejor de la fiesta, por no hablar de la falta de interlocutores, alguien con quién hablar, pero más que hablar, comunicarse, las personas de las que he decidido rodearme son muy buenos interlocutores pero también talentosos y exitosos, con parejas estables, trabajos y maestrías que por supuesto no dejan mucho tiempo; todo esto para tratar de explicar lo que viene después, para explicar por qué, como dice Bunbury, poco es tanto cuando poco necesitas.

Pues sí que entonces llegado el viernes, me fui a estar unos minutos antes en el teatro Leonardus. Y esto parecía un zoológico, la sala en cuestión queda en el norte de Bogotá, y como las boletas no son nada baratas, y la obra era en inglés, estábamos todos los esnobs de Colombia ahí, eso sí, unos más que los otros, por ejemplo había un tipo con una chaqueta que decía England, como si se tratara de un partido de fútbol Inglaterra-Colombia y él quisiera dejar claro de quién era hincha, o como si quisiera que supiéramos que había estado en ese país, no sé, y había otro que tenía una que decía BarÇa, sí, como que somos todos súper cercanos a Europa, con esa chaqueta, la del BarÇa, me empezó a entrar melancolía por Ana, mi amiga que vive allí, fue como un presagio...

En la antesala había al lado mío un tipo solo, que tenía cara de estar pensando lo mismo que yo, a los 10 minutos salió un señor a darnos la bienvenida con una voz ronca, impostada, que no sé que pretendía, tal vez complacer al de la chaqueta que decía England, y cuando habló yo no pude evitar reírme, entonces alcé la cabeza y el tipo que estaba solo me miraba muy serio pero con algo en los ojos que me pareció complicidad, entramos y yo tenía boleta para la quinta fila, me preocupaba un poco, porque iba a tener subtítulos y temía que no entendiera mucho, que me perdiera mirando el cartel donde los pasaban que quedaba bastante cerca y me obligaba a perderme la acción en el escenario si quería leer.

A los diez minutos ha salido un tipo, bellísimo, delgado, estilizado, cabello negro, piel blanquísima, nariz prominente, hablando un español perfecto, diciendo que la obra era en inglés, que levantara la mano el que no entendiera el idioma, por supuesto nadie la levantó, yo estuve tentada a hacerlo, pero sabía que si lo hacía sería la única y no me iba a exponer a que ese papacito se dirigiera a mí, y yo solita en medio de todo ese gentío, terrible, así que el actor, con muy buen humor explicó que el cartel mencionado era para los subtítulos y agregó, para burlarse de todos nosotros los esnobs, que le parecía mucho trabajo, lo de los subtítulos, para una sola persona que sí había levantado la mano, desde ahí empecé a reírme a carcajadas, y me alegró que fuera de mi misma, lo necesitaba; después nos explicó de qué se trataba la obra, mejor dicho los siete actos de la obra, para este momento todos estábamos embobados con la gracia y belleza de nuestro anfitrión, a mí si es que la belleza me puede, me doblego ante ella como cualquier griego clásico, degustando el placer de todo aquello que es agradable a todos los sentidos, verlo, escucharlo, sentirlo, y sospechar su olor, fue un manjar para los míos.

Terminó su divertida introducción y se fue detrás del escenario, yo pensé que era el director, no creía que fuera un actor, y cuando empezó la obra me sorprendí de verlo ahí, pero me sorprendió aun más que hubiera otro compañero que hablaba inglés con acento. La verdad no sabías a quién mirar, son muy buenos los tres, fueron dos horas hilarantes, llenas de talento y belleza, de humor negro y fino. Los subtítulos fueron un desastre, el encargado nunca pudo coordinarse, se saltaba las líneas, paraba cuando le daba la gana, yo me sorprendí de lo bien que me fue con el idioma, afortunadamente no se está perdiendo la platica y el tiempo en las clases de Inglés... lo lamento, y me da rabia por los que de verdad no entendían, porque seguro disfrutaron la mitad.

Al final busqué en los créditos y había un Javier Marzán allí, y yo asumí que era el tipo que habló primero, aunque su compañero habló algunas cosas en un español encantador en el acto final, me sorprendió que hubiera tanta influencia española, así que le voy y le cuento en un mensaje a mi amiga y ella muy emocionada me responde que ”Javi” es su íntimo amigo, que fue su vecino el año pasado e iba casi todas las noches a su casa a pasar el tiempo.

Ana se emociona porque el mundo es un pañuelo, yo me entristezco de pensar que por descuido, a veces no lo apretamos lo suficiente contra el pecho para no perdernos de algo importante, para no dejar caer un encuentro con el amigo de un amigo que te reconfortará el corazón, que te traerá su acento y casi su voz, con el cual le podrás mandar un abrazo, uno de verdad, extensible de vos para ella, a través de él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mirá es así...
tu relato me gusto y decir "gusto" queda medio snob, creo que tiene mucho y bien contado. o sea me llevo ahí a bogota que no conosco y olí un poco de lo que pasaba entre bambalinas, lo que escribiste fue teatro(por eso que viste)y muy tierna la introduccion(la soledad)en todo.pero me hizo recordar una obra que no recuerdo, porque el teatro es así,vivo, sagrado,pasa aquí y ahora...puesto que no la recuerdo bien, creo era una obra española,no se si estaba solo o con alguien( esos dias fueron de puro jale) pero de todas formas esra teatro y un viaje.
tambien me parecio que fuimos juntos pero no lo se, quizas si das aca en tu blog tu comentario me de cuenta de ello, unos tipos corrian en unos zancos, usaban megafonos,y habia violencia, ahora que estoy escribiendo se me olvidaron las sensaciones de lo que vi esa noche,pero no se en mi fantacia estabas linda,tenias los labios encendidos( en el color... creo no haberlos tocado por lo menos hasta finalizada la obra o terminada la madrugada)y estabas linda como si la ropa para esa noche fuera de mi eleccion p e r fe c t a bueno ahora me distrae un poco otro navegador en el chat y la comunicacion no siempre es lineal y me voy a dar el gusto de fragmentar mis dichos...