martes, 2 de mayo de 2006

Aclaración a poropósito del X Festival iberoamericano de Teatro

Mi amiga Manuela me escribió, dice que el actor al que ella le gritó famoso, no se llama Luís Ospina sino Sebastián Ospina, la verdad es que no le presté mucha atención a lo de los nombres, todavía no se la presto, nunca lo he hecho, siempre los confundo, y los cambio, se me olvidan. Creo que me confundí con el sentimiento de que Lo Profano es un espacio que comparto sólo con amigos, pero entiendo que no es muy profesional publicar algo donde un nombre no es el correcto, aunque sea con los amigos, prometo que no volverá a ocurrir.

La otra inquietud de Manuela se refiere a mi alusión a un tipo “gordo” que se sentó a mi lado en una obra, en su mensaje ella me recuerda que más difícil que sentarse al lado de un gordo es serlo y no poder controlarlo, esas fueron sus palabras, además me preguntó si era que yo no tenía un amigo así. Yo entiendo lo que me quiere decir, pero ella no entendió lo que yo quise decir, y para los que lo entendieron igual que ella es que escribo esto. La palabra que utilicé fue robusto, y los que me conocen saben que yo al pan pan y al vino vino, la palabra no fue gordo porque el tipo no lo era, era robusto, más bien grande, y en este país no estamos acostumbrados a diseñar las cosas para las minorías y la gente grande lo es, así que los teatros son incómodos para ellos. Pero me pierdo, ese de todas maneras no es el punto, el punto es que mi comentario no tenía como objetivo criticar su contextura, como dije ahí, la incomodidad no lastima a nadie y menos cuando es algo que no se puede evitar y este no es el caso de dejar pasar un malentendido, porque en realidad no tengo amigos gordos, (no sé por qué, tuve una vez una, y dejó de hablarme porque me parecía que el tipo del que estaba enamorada no merecía estar con ella, era demasiado buena para él, supongo que no se lo dije en esos términos, pero era muy joven cuando eso), sin embargo he tenido amigos que no comen bien y son flaquitos flaquitos, y más aun, he tenido amigos (que no conocidos, amigos de verdad) alcohólicos, dependientes, mitómanos, terriblemente malgeniados, depresivos, incumplidos, inseguros, celosos, con autoestimas tan bajitas que al final siempre paga uno, con maridos estúpidos que se atreven a decir que yo les soy desleal, y hasta amigos que no llaman y que si fuera por su despreocupación esto hace rato se hubiera acabado, pero yo los he querido así de principio a fin, cuando decidí que fueran mis amigos los acepté de entrada con todo lo que venían y he estado ahí para ellos siempre, también con todos mis monstruos, que son muchos, pero con un ángel del que estoy muy orgullosa: el amor incondicional.